lunes, mayo 12, 2025
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Bicentenario apagado

Juan José Toro Montoya

Por lo que se ve desde fuera de Sucre, el Bicentenario de Bolivia no es más que una sucesión de campeonatos deportivos, retretas, competencias de atletismo, concursos sociales, serenatas y un festival de conferencias de prensa para anuncios de todo tamaño, sazonado de feriados departamentales en los que se ha cometido más de un error histórico.
Es que el Consejo Nacional del Bicentenario no entiende —o pretende no entender— que la conmemoración de los 200 años de independencia de nuestro país es un acontecimiento fundamentalmente histórico, así que, si no iba a financiar una publicación monumental como fue el Álbum del centenario, por lo menos debió propiciar encuentros entre historiadores y cientistas sociales para debatir sobre lo que ocurrió hace dos siglos.
En Historia no hay absolutos. A medida que se estudia los sucesos del pasado se encuentra vacíos, o se los llena, y, al contemplar lo avanzado, las conclusiones terminan siendo distintas a las que se enseñaban desde siempre. Para ponerlo más fácil: la historia no es como nos la contaron y hay mucho de 1825 que, o sigue en la nebulosa o bien ya forma parte de las investigaciones de historiadores a los que rara vez se invita a los programas de televisión.
Sobre los sucesos de 1825 que remataron en la independencia de las provincias del denominado alto Perú se ha escrito tesis doctorales enteras, pero el gran público no las conoce. Apenas en enero de este año presentamos en La Paz un documento original que, desde que se publicó en libro, tres meses después, está a disposición de los investigadores.
Para mencionar un ejemplo sencillo, les menciono que el 7 de mayo se conmemoró los 199 años de la inauguración del colegio Pichincha, de Potosí. Aunque se trata de uno de los establecimientos educativos más conocidos de ese Departamento, y ya todo parecía dicho sobre su fundación, hemos encontrado documentos originales que prácticamente cambian todo lo que se conocía sobre ese episodio histórico.
Con esos documentos, ahora sabemos que, si bien el Pichincha fue fundado con un decreto del presidente Antonio José de Sucre, quien lo ejecutó y permitió su posicionamiento fue un prefecto de Potosí, León Galindo, cuya historia era desconocida en esta parte del país.
Galindo no solo fue el verdadero fundador del Pichincha, sino también de la Policía de Potosí. Debido a que también ejercía de superintendente de la Casa de Moneda, fue quien ejecutó la primera amonedación republicana, recién en septiembre de 1827. Como no existía el Ministerio de Economía, de Hacienda o Finanzas, él desempeñó ese cargo, puesto que disponía de los recursos públicos de los primeros años de la República.
Mientras las autoridades aparecen en fotos y videos, anuncian por aquí y por allá, otros estamos haciendo el trabajo de visibilizar a aquellas personas que la historia oficial olvidó.
Espero que en Sucre estén avanzando las obras tantas veces anunciadas y que pronto estemos inaugurando el Instituto Gastroenterológico del Bicentenario – Hospital de Cuarto Nivel establecido en el Decreto Supremo 5.186 y las plazas y museos del Bicentenario que deben construirse por imperio del Decreto 5.161.
Ya después estaremos hablando de rendiciones de cuentas.

Juan José Toro es Premio Nacional en Historia del Periodismo.

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