lunes, mayo 12, 2025
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Dudas sobre las elecciones

Manfredo Kempff Suárez

Desde luego que no soy quién para salvar las elecciones venideras. Es más: nunca he sido un verdadero político de los que no duermen porque tienen reuniones, de aquellos que se sientan durante diez horas a escuchar a sus camaradas decir las mismas cosas con algún matiz poco importante. Admiraba la paciencia de Banzer presidiendo los comités políticos, interminables, aburridos, respirando humo y con hambre, pero donde él oía a todos, soportaba alegatos, dejaba hablar y hablaba poco, y de vez en cuando anotaba algo. Al final, se hacía lo que el jefe del partido había sugerido al principio de la reunión. Seguramente que en el MNR y en el MIR de aquellas épocas de los ochentas y noventas sucedía lo mismo.

Hoy parece que no hubiera jefes políticos. Hemos llegado a la cursilería de querer una democracia partidaria mentirosa en la que dizque el jefe hace lo que mandan las “bases”. Y las bases no saben nada que no sea vociferar, exigir absurdos, y lanzar cohetes. Los candidatos están sentenciados a bailar, a embuchar lo que le inviten, contestar a los periodistas en cada esquina preguntas repetidas, en medio del bullicio, y jurar que son los únicos salvadores de la patria. La tan manoseada patria.

Esta es la parte más folclórica en nuestras elecciones. Es lo que se ha impuesto en los últimos años, cuando el jefe tiene que salir a las calles a la pesca del voto, en busca de los mismos aplausos que recibe él, tanto como sus adversarios; cuando tiene que asistir a los programas de televisión, donde lo apabullan con preguntas indiscretas a veces bastas, y si consiguen un “empate” deben darse por felices. Son los mismos programas donde asisten también los seres más ignorantes del planeta, casi siempre los mismos tipos, medios locos, que dicen venir de las bases y que no han leído ni la página de un libro. Lo que los jefes no declaran por prudencia, estos lenguaraces lo afirman en nombre del jefe del partido, calumniando, mintiendo, escupiendo groserías e insultando a los adversarios, enredándolo todo, y cayendo como pajaritos ente las preguntas de sus matreros entrevistadores. Da pena y vergüenza ver ese asesinato de la democracia.

¿Va a ver elecciones en Bolivia este año o no? Esa es la pregunta que todavía algunos se hacen en vista del caos reinante. Es que con este jolgorio no lo podemos saber. El Gobierno asegura que sí, que habrá elecciones, pero lanza a un candidato como Arce, que está perdido de entrada si no piensa en hacer fraude. Evo Morales no deja de amenazar con que correrá sangre si no lo habilitan como candidato. Y lo cierto es que ya está fuera de combate electoral por mandato de la alta magistratura. Sin embargo, el Tribunal Constitucional, constituido en parte por autoprorrogados, amenaza con que, si la Asamblea no los ratifica en sus cargos mediante ley, Morales podría ser habilitado. Es un chantaje. Chilla la Asamblea, chilla el Gobierno, chilla el enfrentado y peligroso Tribunal Electoral, chillan los partidos, y todo se disipa momentáneamente, pero sigue la sombra oscura del cóndor planeando por encima de las cabezas de los bolivianos.

Un juez de pueblo o algún ciudadano que demanda sobre cualquier nimiedad es capaz de detener o postergar las elecciones. Eso no lo veíamos antes. Y una jueza puede habilitar a Evo Morales, produciendo escándalo. Y otro juez anula el fallo de la jueza, seguramente que ordenado por el Gobierno que, como perro de caza, se lanza en persecución de la jueza para sancionarla por presunto prevaricato. La secuestra, y, para variar, la embarca a La Paz, como el anuncio de un castigo seguro.

Se denuncia que el Gobierno no desembolsa los recursos económicos para los comicios, aunque dizque ya lo ha hecho. Se reclama con razón porque se ha comprado o alquilado el mismo equipo electrónico que se utilizó en las fraudulentas elecciones venezolanas. Se anuncia los plazos improrrogables de las inscripciones de candidatos y muchos de los postulantes están todavía sumergidos, asustados porque si sacan la cabeza del agua se la cortan sin piedad. Por lo tanto, no se tiene ni la menor idea de cuántos serán los candidatos que aparecerán en las papeletas. Se afirma que habrá debates y que el candidato que no quiera debatir quedará K.O., pero, aunque falta bastante todavía para agosto, no se nota mucho entusiasmo en ir a mostrarse como verdadero estadista ante el público. Y la justicia boliviana, la justicia masista específicamente, producto de las lamentables elecciones judiciales, sigue haciendo cochinadas que en cualquier momento pueden poner las elecciones de cabeza.

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