Quienes viven en las ciudades y pueblos menores de todo el país se encuentran asombrados al comparar el pasado y actualidad de las marchas campesinas que salen desde la región rural de La Paz. Al mismo tiempo, comparan las profundas diferencias entre las movilizaciones masivas de hoy y las que se realizaban en tiempos de la reforma agraria, que les trajeron libertad, propiedad de la tierra, la posibilidad de gozar de movilidad social y, a la vez, abolir el pongueaje, matonaje, así como la pobreza y miseria. Eran marchas justas las de antaño. Las que observamos ahora, no luchan por la tierra ni la libertad.
Las marchas del siglo pasado las hacían los indígenas mostrando una pobreza extrema, andaban sin zapatos, con ropa de bayeta ordinaria, con grandes melenas, con la boca llena de coca y pidiendo reforma agraria, voto universal, derechos humanos y otros.
Al mirar a los grupos de campesinos que llegan a El Alto, se nota a simple vista cómo ha cambiado la vida de estos seres humanos y, ante todo, no marchan por grandes objetivos sociales, demandando mejores condiciones de vida, han perdido la perspectiva histórica, por lo que son llevados a los más grandes padecimientos y tragedias.
Ahora, estos marchistas visten ropa moderna, usan zapatos de moda, portan celulares, tienen sombreros, están afeitados y peinados, llevan dinero en el bolsillo. En especial, estas masas campesinas gozan de absoluta libertad, del voto universal, ya forman parte de una pequeña burguesía. Son todo lo contrario de lo que eran hace unos cincuenta años. Estas marchas son injustas porque sus integrantes no luchan por la tierra ni la libertad.
En marchas campesinas recientes, sus integrantes se destacan porque ya no usan abarcas, chuspas de coca, melenas y barbas, mientras las mujeres muestran sombreros de moda y, en su mayoría, han dejado la pollera e indumentarias anticuadas. Mucho más, usan celulares, radios, equipos electrónicos con los que se comunican con sus familiares, y sus dirigentes tienen cuentas bancarias en dólares.
Reiteramos, mientras antes sus dirigentes eran pobres de solemnidad, no corruptos, con líderes que luchaban para conseguir la propiedad de la tierra y la libertad, ahora las marchas campesinas, reforzadas por gente extraña, tienen líderes que las utilizan para fines políticos mezquinos, como satisfacer la obsesión por el poder de un caudillo, y siguiendo instrucciones internacionales, de la órbita socialista.
Por todos esos aspectos y otros, se concluye que es innegable que hay enorme diferencia entre las marchas justas de antes y las marchas injustas de estos días.
Marchas campesinas justas e injustas
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