Gobernar es prevenir
La mente de los depredadores está contaminada, sólo tienen el interés de hacer dinero, de ganar más fortuna a costa de destruir la naturaleza, es su estilo de existencia. Un nuevo dios falso se apoderó de sus espíritus, es el de poseer riqueza de la forma más fácil e inmediata. Es el humano depredador, sea capitalista salvaje o socialista totalitario, tiene los ojos reflejados, al igual que el personaje de Tío Rico, en el lucro ($-$).
En el mundo se reflexiona: para que el planeta tenga una pausa ecológica tendría que desaparecer el ser humano. Estos tipos catastróficos, al contaminar la atmosfera, han vulnerado el derecho humano de la población que es el de respirar aire limpio. Mientras esto ocurre, los gobiernos y Estados se hacen de la vista gorda: económicamente, sólo buscan utilidades financieras; su política justifica ese modelo destructivo del hábitat, la maquinaria legal, legitima la muerte del planeta tierra, y su modelo des-educativo hace énfasis en el “tener”, y no se asoma para nada al “ser”, es decir, los valores humanos ecológicos.
El desastre ecológico es la expresión de su economía, de su mala política y de la ley draconiana que da vía libre a la quema y los chaqueos. Y lo más hipócrita son sus discursos dentro y fuera del país, se llenan la boca de “madre tierra” y cuestionan el modelo “extractivista” cuando en los hechos lo fomentan y son cómplices del ecocidio.
Por ello, en el formato de Animal Planet vamos a la cuenta regresiva:
Puesto N° 12. El ciudadano común que, a pesar de conocer la situación descrita, sigue usando plásticos. No ha hecho de su conocimiento, conciencia, menos conciencia ecológica, tampoco autoconciencia. Y con su inercia se convierte en cómplice de este clima desolador. La excepción es de los activistas y ecologistas que están en las marchas de protesta contra el poder y en el frente de batalla intentando apagar la llamarada del fuego, poniendo en riesgo sus vidas.
Puesto N° 11. Los industriales, que sólo buscan utilidades, contaminan los ríos con metales pesados, con sus químicos nocivos y toda la contaminación por tierra, mar y aire. El ecodesarrollo no pasa por sus mentes podridas. No son la solución, son la polución misma.
Puesto N° 10. Los colonizadores e interculturales, para camuflar su voraz apetito comercial se hacen llamar inter y no colonizadores. Llevan su modelo depredador donde les toca estar. Dicen que quieren ampliar la frontera agrícola, cuando en realidad devastan espacios para plantar, a costa de los indígenas originarios de tierras bajas tropicales, más y más coca.
Puesto N° 9. Los cocaleros, es decir, la producción de coca excedentaria va al narcotráfico y con sus prácticas y el uso de precursores químicos están dañando la tierra. Diferentes estudios internacionales han demostrado que su producción de coca no pasa por el mercado legal en un 94 %.
Puesto N° 8. Los agroindustriales, que usan pesticidas para producir con mayor eficiencia, de igual forma amplían la frontera agrícola para producir biocombustibles. Otro interés son los transgénicos. Diferentes estudios señalan que los transgénicos dañan la salud, pero ellos ¡apuestan a la muerte! con sus “agronegocios”.
Puesto N° 7. La minería, grande, mediana y pequeña (los mineros cooperativistas), envenena la tierra, convirtiendo las áreas de producción minera en áreas desérticas. Desde el Illimani hasta las tierras bajas tropicales están contaminando con aguas residuales. Y lo más grave es que están contaminando los ríos con mercurio. Las denuncias no son suficientes. Los estudios ambientales, son a propósito, ignorados. Están cometiendo un genocidio lento contra los indígenas que viven de esos ríos, porque el mercurio daña el sistema nervioso por la ingesta en sus alimentos.
Puesto N° 6. Los madereros, casi ya acabaron con la madera mara en nuestro territorio, son deforestadores. Un árbol nada significa para ellos, sólo tiene que producir utilidades económicas, eso son los árboles talados. Vale más un árbol caído que un árbol florido que proporciona oxígeno y humedad. A esto se suman igualmente los ganaderos.
Puesto N° 5. Los petroleros, que responden a empresas nacionales y trasnacionales. Las áreas protegidas son apetecidas para la extracción de combustible fósil. Generan incendios y otros desastres ecológicos con daños directos y colaterales a los habitantes de esos territorios.
Puesto N° 4. Los traficantes de colmillos y animales, todo lo ven como mercancía y no reparan la vida sino la muerte. Sólo les interesa la mercancía y liquidan a los animales. Los colmillos se tasan a más precio por el tamaño. Para estos tipos, la vida de los animales no vale nada, sólo en tanto y en cuanto mercancía. La humanización pasa por el respeto a la vida de los animales. Hoy, mueren calcinados a la vista impotente de la población por diversos medios, bajo la crueldad del dejar hacer, dejar quemar de los que fraguan este biocidio.
Puesto N° 3. Los soyeros, que van devastando y quemando territorios extensos, llaman al grano de soya “el grano de oro”, por los precios altos en su comercialización en los mercados. La tierra está cansada por la sobreexplotación y están haciendo avanzar aún más los territorios deforestados en camino de ser desiertos por el exceso y abuso de químicos nocivos como los herbicidas.
Puesto N°. 2. Los avasalladores que queman sin piedad los bosques, una vez calcinadas la flora y la fauna del territorio, toman posesión física de la tierra y después exigen títulos de propiedad y legalización en el INRA.
Puesto N° 1. Los gobiernos, los Estados, que son los peores, porque se muestran respetuosos de la tierra supuestamente y hacen leyes como la de la “madre tierra”, pero no las cumplen. Su discurso falaz está descubierto. Es más, llaman su modelo “el vivir bien”, no se sabe si es “vivir bien contaminados”. Ya lo dijo un funcionario que el “el vivir bien” es un horizonte. Lo que no se sabe, si es un horizonte descompuesto, o es un horizonte de respeto a la vida: eso sí está en duda. Además, la alianza de la muerte lo conforman, las compañías internacionales que comercian con la carne y la soya, los terratenientes, algunos empresarios y los interculturales (colonizadores), son los cómplices de la destrucción de la Amazonía.
Para concluir, cuatro sentencias en este artículo de protesta. 1) Parafraseando al poeta beniano Pedro Shimose: quiero escribir, pero me sale espuma ante tanto pachacidio (muerte de la tierra). 2) El gran jefe Seattle de la tribu Suwamisch ya había advertido: “El día que hayan envenenado el ultimo río, abatido el último árbol, asesinado al último animal… cuando no existan flores ni pájaros, se darán cuenta de que el dinero no se come”. 3. Lo escribí en un afiche: “Yo contamino/ Tú talas/ Él deforesta/ Nosotros envenenamos/ Ustedes queman/ ellos asesinan. / La naturaleza también en su venganza conjugará contra todos. ¿Estamos a destiempo?”. 4. Más vale prevenir que apagar incendios, o aparentar hacerlo. ¡Socorro!
El autor es docente de la UMSA.