jueves, octubre 31, 2024
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Ciencia y sociedad

Jubilación y examen médico

Ana María Pérez Mollinedo

Hace más de 20 años, el trabajador o trabajadora que dejó su juventud, su vida aportando al desarrollo del país, veía en la jubilación una esperanza, el fin de su carrera e inicio de una etapa de descanso, de seguridad en el futuro, porque el dinero que como renta percibiría le permitiría vivir dignamente, apoyar a su familia. Entonces la palabra “jubilación” era un alivio, una esperanza. Por el contrario, en la actualidad pensar en la jubilación causa terror.
¿Es motivo de terror?, sí, pues no se comprende por qué los montos de la renta son tan bajos, ¿para nada sirvieron las AFPs?, ¿la Gestora será lo mismo? ¿El anterior sistema de jubilación era mejor? Parece que sí. ¿Cómo se explica que las personas que han aportado durante toda su vida laboral, al final reciban rentas ridículas? ¿Por qué sucede esto, si eran los ahorros de los trabajadores? Es su dinero. Se pregona igualdad, pero solo cuando conviene todos somos iguales. Entonces, cuando llega el momento, todos tendríamos que jubilarnos con las mismas condiciones, con el cien por ciento. O es una forma de nivelar la riqueza, empobreciendo aún más a la clase media. Y a lo mejor porque otros no trabajaron mucho, como los políticos que no tienen aportes suficientes, hay que perjudicar a los que pudieron trabajar y aportar.
Tenemos que jubilarnos a los 58 años, casi obligatoriamente a los 65 y previo examen médico que lo hará el Instituto Nacional de Salud Ocupacional (INSO), según el Proyecto de Ley 035. Este examen definirá el estado de salud del trabajador y si puede continuar trabajando o no.
Es muy injusto depender de ese examen, porque los trabajadores a los 65 pueden tener la salud deteriorada por su ambiente de trabajo, por el estrés, la discriminación, el acoso laboral, político, físico, hasta sexual. Por el maltrato verbal, emocional, psicológico; por el aislamiento al que pueden ser sometidos. En el sector público, en muchos casos tienen que soportar a las dueñas y dueños de las instituciones porque son del partido, son las amiguitas o amiguitos de los jefes, las camarillas famosas formadas por nepotismo, amiguismo. Todos ellos terminan enfermando a personas inocentes que llegaron sanas un día para trabajar.
En el sector privado los hechos señalados pueden ser similares. Y es que los dueños de empresas muchas veces son como dioses, con sus complejos de superioridad o inferioridad y ven a los empleados como esclavos, que deben trabajar más de ocho horas, mejor cama adentro; también en universidades públicas y privadas, hasta sufre la trabajadora del hogar. Donde analicemos hay factores que deterioran la salud de los empleados y así como los mineros dejan sus pulmones en las minas, muchas veces la salud queda destrozada en un escritorio por los ambientes laborales.
Los Ministerios de Salud, de Trabajo, el Viceministerio de Defensa del Consumidor, el Defensor del Pueblo, autoridades universitarias, dueños de empresas, municipios, gobernaciones, el Estado mismo deberían velar realmente por la salud de los y las bolivianas, de modo que a los 65 tengamos todavía fuerzas para continuar. Con los montos tan bajos, la gente pobre tendrá que seguir trabajando hasta “mascar agua” o perecer. Ni imposiciones ni exámenes, ¡la jubilación debería ser opcional!

E-mail: temasvc@yahoo.es

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