Autoridades nacionales aseguran que no habrá escasez de alimentos y que los campos seguirán produciendo, tratando así de dar tranquilidad a la población y convencerla de que todo se está normalizando.
Al respecto, el Ministro de Desarrollo Rural y Tierras manifestó en conferencia de prensa: “Con la cantidad de producción de alimentos que tenemos de 20 mil comunidades dedicadas a la agricultura en Bolivia, estamos produciendo lo suficiente para garantizar el autoabastecimiento de las familias bolivianas, ya que esa es nuestra realidad”. Al mismo tiempo, dijo que aumentó la productividad por hectárea y que, si bien existe contrabando de alimentos bolivianos a Perú, solo se trataría de ajo, cebolla, zanahoria y tomate.
Sin embargo, el anuncio no es tan claro que se diga, debido a que muchas comunidades indígenas del país han reducido sus labores agrícolas por el desaliento que se debe a que los campesinos no pueden vender tierras comunitarias ni las parcelas en las que viven. Eso, además, los ha obligado a abandonar la agricultura y migrar a las ciudades y el exterior. Al respecto, se estima que en Chile están trabajando alrededor de un millón de agricultores bolivianos y otro tanto en Argentina.
Ora perla de la alta jerarquía burocrática del gobierno es que afirma que se espera “ampliar a 576 mil las hectáreas de cultivos”, con “48 presas y sistemas de rego”, propuesta que estaría recién por realizarse y no se sabe dónde ni cómo, porque la sequía ha secado acuíferos, ríos, etc. y, lo que es peor, muchos campesinos ya no trabajan la tierra y otros están preocupados porque han perdido el derecho de propiedad, mientras el contrabando hace competencia desleal a sus productos.
Con relación al aumento de la producción agropecuaria es posible decir que no se trata de algún milagro y solo el producto del trabajo de los hombres del arado, condiciones sin las cuales no se puede ni siquiera pensar en llenar los mercados de consumo de las ciudades y menos los bolsillos de los cultivadores. Mientras no sean solucionados esos problemas, que en Bolivia han adquirido una gravedad extraordinaria por políticas agrarias falsas, no habrá alguna posibilidad de hacer producir la tierra. Es más, aunque se regale semillas, se perforé pozos, etc., solo se estará perdiendo tiempo, malgastando recursos. La solución para la cuestión agrícola pasa inevitablemente por aspectos estructurales que de ninguna forma hoy son considerados.
Ese sistema actual consiste en dedicar esfuerzos a los efectos de los problemas, pero sin tomar en cuenta las causas que los originan. De ahí que la crisis agraria que vive el país se va a prolongar todavía por mucho tiempo, sin considerar las graves consecuencias que acarrea.