Tomando en cuenta inicialmente el crecimiento poblacional, tanto en la ciudad de La Paz, como en otras capitales principales de la República, se tiene de manera permanente la sensación de que no hay suficiente vigilancia policial en calles y avenidas, no solamente en altas horas de la noche sino en momentos de gran concurrencia de gente en los centros urbanos. Se observa a primera vista que algunas plazas y vías públicas se han convertido en los escenarios favoritos de peligrosos delincuentes que, cuando son detenidos, resultan ser en muchos casos ciudadanos de países vecinos, que llegaron al país para aplicar novedosas técnicas del delito, por lo que es difícil que las víctimas puedan defenderse por sí mismas.
Constantemente los habitantes piden que las autoridades superiores ordenen que sea redoblada la acción de las fuerzas del orden a fin de reprimir a delincuentes que hoy tienden a proliferar. Sin embargo, con frecuencia son difundidas declaraciones en sentido de que por escasez de recursos no se puede evitar que los ciudadanos transiten con recelo por las vías paceñas. Atrás quedan los días cuando los habitantes y turistas nacionales y extranjeros podían caminar sin temor por calles y avenidas, lo que no era posible entonces en capitales de países latinoamericanos. Esa característica positiva va desapareciendo y afecta negativamente los planes de fomento al turismo hacia Bolivia.
Lo que decimos parece alarmante, pero por los casos delictivos conocidos varias veces se ha pedido atención de las autoridades superiores a las demandas policiales, porque este sector conoce de cerca la angustia de los pobladores de La Paz y otras urbes de la República, particularmente por el aumento de asaltos, estafas, cuentos del tío, etc.
Al respecto, son numerosas las victimas a las cuales, hasta en pleno día y en calles con aglomeración de gente, avezados delincuentes les han sustraído celulares, carteras o billeteras. El peligro es mayor en la noche, cuando cualquier ciudadano que no adopta medidas de prevención, puede ser despojado de su ropa y valores y hasta dentro de un vehículo de transporte público.
Si la insuficiente vigilancia se debe a la escasez de recursos de las fuerzas policiales, lo que les impide enfrentar de manera total a los criminales que disfrutan su impunidad, esta situación requiere la atención pronta de las autoridades superiores, ya que La Paz y las demás urbes del país no deben seguir sufriendo este injusto castigo a manos de malhechores.
