El paso del tiempo demuestra hasta qué punto se podrá arribar en la atención de rubros que requieren ser cubiertos. Habrá el interrogante sobre los montos debidos a la banca comercial y mucho más a entidades estatales que, ante demandas del país, asumieron especialmente deudas por la provisión de medicamentos y curación de más enfermos.
Tiene mucha importancia conocer los estados de deudas del país y lo que no se pudo cumplir. Tarea fácil será decir que el gobierno sabe cuánto y a quiénes debemos, pero es importante que el pueblo sepa la situación exacta y llegue a comprender realidades que, muchas veces, permanecen en la oscuridad, por el silencio gubernamental. En las circunstancias actuales, todo muestra la inconveniencia de explicaciones trilladas que no sirven, porque dejan nebulosas peligrosas que dan lugar a suposiciones alejadas de verdades, por lo que es siempre preferible conocer la situación real.
Experiencias pasadas enseñan que urgencias que se presentan abruptamente implican que sean desplegados esfuerzos sin planificación óptima, cuando lo correcto es que la medida de respuesta esté supeditada a un presupuesto pre-fijado, para cancelar a tiempo lo que se adeuda. Principios elementales de disciplina obligan a ser previsores, a tener en cuenta obligaciones a cumplir y compromisos a honrar que, podría decirse, deshipotecan o liberan.
Muchas veces ocurre que no honrar algunas deudas implica pérdida de confianza en el país que, mal juzgado, hace suponer desvíos de pagos por indisciplina o extravíos alejados de lo proyectado y comprometido. Es importante que lo programado se cumpla estrictamente, para dejar puertas abiertas en fuentes a las que resulte fácil recurrir cuando haya urgencias en el país.