miércoles, abril 24, 2024
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Dramas derivados de los cultivos de coca

Desde inicios del cultivo de coca, se tuvo conciencia de que el hombre nunca usaría esa hoja para bien y, como se decía en la antigua China: “Quienes anulan la mente humana mediante drogas, paralizan su vida razonada, bien pensada y mejor querida”. Pensamiento que, si se lo ahonda en las profundidades de uno mismo, da lugar a que surjan ideas, criterios, sentimientos de toda naturaleza; pero también a que resurjan instintos peligrosos para la vida. Desde tiempos inmemoriales se ha sabido que sabios de diversos países, empezando por los chinos, han estudiado las consecuencias del mal uso de las hojas de coca y, a la larga, su letal influencia en los comportamientos; pero el hombre, rebelde ante lo que se le diga que es contrario a su bienestar, hizo caso omiso a las prevenciones y, contrarrestando situaciones, crecieron muchos males que contradicen la vida humana.
La ciencia probó las propiedades curativas de la coca y recomendó “su uso consciente, racional e inteligente para no caer en lo profundo de la inconsciencia”, lo que ha sido recomendación permanente.
Los empresarios de las drogas, o mejor llamados propietarios de los cultivos de coca, se han encargado de usar todo el contenido de la planta y han visto que se trataba de una fuente de riqueza incalculable y aprovecharon para acumular dinero que sirva para una mayor expansión, más producción y para dar pasos seguros en las rutas del crimen. Todo se ha cumplido y el cultivo, cosecha, secado y macerado de las hojas sirvió para ampliar los espacios que ocupa la coca en el mundo, con el aditamento de fábricas industrializadoras por doquier; creció el mundo de comercializadores que multiplicaron la cantidad de adictos ocupantes de camas en clínicas y hospitales, hasta convertirse en seguros clientes de nichos en cementerios.
Todo se cumplió con gran regularidad y eficiencia y el crecimiento del mundo de las drogas es imparable, “hasta reventar nichos” por exceso de dinero, ya no puesto en bancos, sino en espacios de almacenamiento tan grandes y lúgubres como las conciencias de quienes apoyan su salud y su vida sobre la base del consumo de drogas. Así, un mundo vejado por el “cultivo involuntario de las plantas de coca” se debate en una guerra sin fin, libra combates permanentes, sin esperar treguas ni paciencia por saber cuál es su destino final, que es el de todos los productores de coca.

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