Son por demás extrañas las conductas de trabajadores gremialistas de Santa Cruz que sostienen “estar dispuestos a pagar impuestos, conforme a sus conveniencias”. Así lo demostraron con hechos que han extrañado no solamente al gobierno sino a la población. Se recuerda que cuando tuvieron que declarar ingresos para pagar impuestos, sostuvieron contar con “mínimo capital” para así registrarse en el Régimen Simplificado, que implica contar con un capital no mayor a 37 mil bolivianos y, de este modo, estar exentos de emitir facturas, evadiendo el pago de los impuestos de ley. Los gremialistas con sus ofertas seguramente creyeron “demostrar mucho civismo y responsabilidad con su país”.
Llegado el momento de declarar ingresos para calcular impuestos y cancelar, se mostraron muy pobres y hasta en condiciones de que se les condone lo adeudado y, “más bien, querían plazos y rebajas para pagar”. Y surgió el razonamiento: ¡Rico el Estado que, teniendo mucho, explota a los pobres ciudadanos! Esta es “verdad” que circula entre los gremialistas del Mercado Mutualista de Santa Cruz.
La colectividad, sabedora de la verdad, por la pobreza en muchas entidades gremiales para establecer evidencias podría realizar con la Contraloría, Impuestos Internos y alcaldías, auditorias del caso y, sobre cifras de la verdad, aplicar las normas impositivas.
El sindicalismo no puede ser aprovechado para defender intereses ajenos a las urgencias que se presentan diariamente y menos aceptar exigencias que van en contra de las leyes ya establecidas, como ser el pago de los impuestos. La acción sindical es defensa de los derechos de los trabajadores, pero a la vez defensa de la estabilidad empresarial, de la cual depende todo el trabajo y la producción de bienes y servicios. Corresponde que ambos, trabajadores y empresarios, actúen conjuntamente para adquirir derechos y beneficios acordes con la verdad que exige participación igualitaria entre quienes dedican esfuerzos laborales y capitales a formar todo lo que es empresa.