jueves, marzo 28, 2024
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En la difícil tarea de conceptualizar la emoción

Tipos de emociones

Existen diversas clasificaciones de las emociones, atendiendo a distintos criterios (individuales, colectivas, positivas, negativas, neutras, básicas, universales, ambiguos, complejas, etc.)

Más recientemente, han sido muchos los autores que se han interesado por presentar clasificaciones de la emoción que tuvieran mayor aceptación. Pero, como explica Bisquerra (2009), no hay ninguna clasificación que haya sido aceptada de forma general, de tal modo que a continuación se presentan algunas clasificaciones establecidas por distintos autores.

Clasificación de emociones de Fernández-Abascal, Martín y Domínguez:

* Primarias, tienen alta carga genética, aunque se presentan modeladas por el aprendizaje y la experiencia.
* Secundarias, surgen de las primarias y dependen en gran medida de la individualidad personal, siendo distintas de unas personas a otras.
* Negativas, surgen de la valoración de la situación como desagradable, generando sentimientos de este tipo.
* Positivas, al contrario que las anteriores, surgen de una valoración agradable de la situación, generando sentimientos agradables y teniendo duración temporal muy corta.
* Neutras, no producen reacciones agradables ni desagradables, teniendo como finalidad facilitar la aparición de estados emociones posteriores, por ejemplo la sorpresa.

Vivas, Gallego y González (2007) exponen otra clasificación de las emociones dividiéndolas en primarias, secundarias y sociales, que se presenta en el siguiente esquema:

Según Bisquerra (2009) las clasificaciones más representativas se establecen teniendo en cuenta la especificidad, intensidad y temporalidad. Según este autor la especificidad permite asignar un nombre a la emoción y agrupar las emociones en familias de igual o similar especificidad, cada una de las cuales estará representada por una emoción básica o primaria. La intensidad hace referencia a la fuerza con que se experimenta una emoción, permitiendo diferenciarla así de las demás emociones de la misma familia, pudiendo ser cuantitativa, indiferenciada o inespecífica. Y, por último, la temporalidad es la dimensión temporal de las emociones. Las emociones agudas suelen tener una duración muy breve, mientras que hay otras que duran meses e incluso años, como muestra la figura presentada en el apartado anterior.

 

 

Partiendo de estos criterios de clasificación, Bisquerra (2009) expone que las clasificaciones de emociones más representativas son las dividen las emociones en:

* Emociones positivas, negativas y ambiguas, según se haga una evaluación favorable o desfavorable respecto a los propios objetivos. De este modo, algunos ejemplos de emociones negativas serían ira, miedo, tristeza, celos… Ejemplos de emociones positivas son amor, felicidad, alegría… Y de emociones ambiguas son sorpresa, compasión, esperanza… Muchas investigaciones confirman que la duración de las emociones negativas es mayor que la de las positivas.
* Familias de emociones, en función de las sensaciones y sentimientos a los que dan lugar. Así por ejemplo, dentro de la familia del miedo estaría la preocupación, ansiedad, angustia, pánico, horror… Generalmente la denominación de una de estas emociones engloba a las demás, es decir, no se presentan de forma aislada.
* Emociones primarias y secundarias. Esta clasificación fue desarrollada por Plutchik en 1958 basándose en la idea de que las emociones son reacciones del organismo a los problemas de la vida para una mejor adaptación. Según este autor, las emociones se estructuran en pares de opuestos. Las primarias, también llamadas básicas, discretas, elementales o puras, se caracterizan por una expresión facial característica y una disposición típica de afrontamiento. Por ejemplo el miedo sería una emoción de este tipo, generando una forma impulsiva de responder, que es la huida, y una expresión facial caracterizada por la rigidez muscular, mayor apertura de los ojos… Las secundarias, también llamadas complejas o derivadas, se derivan de las primarias, formándose mediante la combinación de varias emociones primarias y no presentando rasgos faciales característicos, ni una tendencia particular a la acción. Un ejemplo sería los celos, cuyo afrontamiento depende de la persona y las circunstancias. La identificación de este tipo de emociones es más compleja y requiere un mayor conocimiento de la persona que las manifiesta.

Sin embargo, algunos años antes Evans (2002) matiza las clasificaciones que distinguen entre emociones primarias y secundarias, explicando que en lugar de considerarlas como dos clases distintas de emociones, deberíamos concebirlas como los dos extremos de un continuo, de tal manera que las emociones se aproximarán más a un extremo o a otro en función de si se trata de emociones más innatas o más adquiridas culturalmente.

Además, este autor propone una tercera categoría a la que denomina emociones cognoscitivas superiores, que constituiría el centro del continuo entre emoción primaria y secundaria. En este grupo se incluirían emociones como el amor, la culpabilidad, la vergüenza, el desconcierto, el orgullo, la envidia y los celos.

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