Un mundo de ilusiones donde solo hay incendios

Días más o menos, harán seis meses de una invasión sañuda de los rusos a Ucrania y que en este medio año han cobrado miles de heridos y muertos, tiempo en el que se ha probado, una vez más, cuánto y cómo puede cosechar un solo hombre de la sangre regada en un pueblo que solamente buscaba vivir en tranquilidad, construyendo su desarrollo y progreso. Cómo Vladimir Putin, aduciendo ser presidente de Rusia, ha conculcado todos los derechos de millones de personas y ha sometido a su voluntad a pueblos circundantes a poblados rusos, ucranios y otros que conformaban la Unión Soviética, otra tiranía erigida por la dictadura que, a su turno, cobra cualquier cantidad de víctimas.
Seis meses –de febrero a agosto 2022— perdidos por la democracia y las libertades, tiempo suficiente desestimado en aras de ambiciones y que cobraron en sangre lo que representaba la fe y las esperanzas de pueblos que, viviendo en paz, solamente buscaban consolidar su desarrollo que se cercenó porque convenía apagar con su sangre lo que fue sembrado en campos fértiles con semillas para consolidar lo tan difícilmente conseguido: paz, trabajo, unión y concordia entre hombres y pueblos y que, por la insania de las ambiciones humanas, se hizo campo fértil para acrecentar las llamas de la discordia y la división.
Hoy esos campos destinados a la armonía, desarmonizan lo construido por millones, porque se cree vanamente que el hombre no es capaz de construir, no obstante probar cuánto ha entregado en ciencias y tecnología, honrando la dignidad y grandeza de pueblos que saben lo que tienen que hacer en aras de construir. Desechando las vocaciones por la destrucción, no solamente en miles de vidas sino en millones de fortunas que jamás comprarán con lo que cuesta sangre, dolor y lágrimas a pueblos sabedores de construir y contrarios a la desunión y al desamor entre naciones, porque se sienten ajenos y contrarios a lo que podría convertirse en enfrentamientos y guerras.