Escuchamos, a través de los medios de comunicación y conferencias de prensa, decir al Ministro de Educación que el calendario escolar 2022 se mantiene en todas sus fases: inicio, desarrollo y cierre de los procesos de enseñanza y aprendizaje de los estudiantes del Subsistema de Educación Regular (SER). Sin embargo, mediante instructivo prolongan actividades del primer trimestre hasta el 20 de mayo, ocasionando desequilibrios en la ejecución de la planificación educativa de las unidades educativas.
Ahora, escuchamos también al Viceministro de Educación Regular prohibir la asignación de “tareas escolares” para el periodo de “vacación de invierno”, que dice se iniciará la primera semana del mes de julio por 15 días. En la fase de desarrollo y avance de contenidos curriculares, “tarea escolar” es entendida como una actividad complementaria de reforzamiento y afianzamiento de los conocimientos científicos en los estudiantes. Además, los padres de familia están acostumbrados a exigir tareas escolares para la casa a los profesores.
En ese sentido, no solamente en nuestro país estamos acostumbrados a exigir tareas escolares, sino en otros sistemas educativos, como el peruano, donde consideran que psicopedagógicamente: “Tareas escolares para la casa (Calero; 1999: p.11) son necesarias siempre y (cuando) cumplan los requisitos mínimos de planificación, ejecución, evaluación y retroalimentación y apuntan realmente a REFORZAR el aprendizaje adquirido o sirva para aplicar o transformar conocimientos”. Recomienda a los maestros: “Las tareas escolares no deben ser monótonas, ni excesivas ni homogéneas ni improvisadas, deben estar de acuerdo con los requerimientos de cada alumno, con sus avances, dificultades, deseos, posibilidades, intereses y necesidades”.
En la década 1990-2000, los maestros pensando en el reforzamiento y nivelación de los conocimientos rezagados, asignaban cierta cantidad de tareas a los estudiantes en el periodo de “vacación de invierno”. En algunos casos, notando un mejoramiento en el aprendizaje de la lectura y escritura en los primeros cursos de primaria. Indudablemente, esto se alcanzaba gracias al apoyo y ayuda estimulante y constante de los padres de familia. Y en otros casos, se observaba tedio, rechazo y aburrimiento con las tareas asignadas; porque no permitía a los alumnos gozar de sus espacios de recreación y turismo momentáneo por descanso pedagógico.
Tomando positivamente la asignación de “tareas escolares” a los estudiantes; Calero (p.15) menciona algunos objetivos: (Puede) ayudar a los alumnos a usar inteligentemente su tiempo fuera del colegio; familiarizar a los padres con lo que el niño aprende en la escuela y exhortarlos a que lo ayuden; enriquecer la experiencia escolar por medio de actividades hogareñas conexas; reforzar el aprendizaje realizado en la escuela, a través de su práctica, integración y aplicación necesarias; alentar una transferencia de actividades escolares útiles a los intereses habituales del tiempo de ocio; y estimular el esfuerzo voluntario, la iniciativa, la independencia, la responsabilidad y la capacidad de dirigirse a sí mismo.
En cuanto al Ministerio de Educación: prohibir por el solo gusto de prohibir en la R.M. 001/2022, sin esgrimir argumentos psicopedagógicos para asignar tareas escolares a los estudiantes, en periodo de descanso pedagógico o vacación de invierno, es absolutamente infundado, incluso perjudicial para el afianzamiento y consolidación de los aprendizajes alcanzados por los estudiantes en el primer trimestre. Sabemos que nuestros hijos olvidan fácilmente los conocimientos asimilados en la escuela, cuando no exigimos realizar sus tareas y los dejamos a su albedrío, al juego libre y espontáneo.
Consideramos que el tiempo de dos semanas de “vacación invernal” puede servir para nivelar conocimientos rezagados por la pandemia, claro, con el apoyo y ayuda comprometida de los padres de familia. A este propósito deben responder y apuntar las tareas escolares.
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