Después de haber estudiado un capítulo de la Historia de Bolivia, de la mal llamada Guerra del Pacífico, que la hemos rotulado “La Traición en el Olvido de Una Gran Victoria”, podemos extraer una recomendación tan necesaria como importante, que consiste en reformar el pésimo o deficiente sistema de información y comunicación que ha imperado en nuestra administración en todos los campos, sea militar, civil, educativo o administrativo propiamente. Una victoria, como la de Canchas Blancas, con un mejor sistema informativo no hubiese sido ignorada por los bolivianos. Es algo imperdonable y llena de oprobio a quienes realizaron esa labor indigna, perversa y antipatriótica de impedir la divulgación normal de un episodio que hubiera elevado la moral del pueblo boliviano en aquellas horas aciagas. ¿A tanto puede llegar la perfidia y la conducta traidora de las personas que en ese momento dirigían los destinos del país? Y después, ¡todavía el pueblo sigue nominando plazas, calles y escuelas con sus indignos nombres!
El doctor José Luis Roca al prologar el libro “Nulidad de una Apropiación Chilena”, de Rodolfo Becerra de la Roca, expresa: “La historia de nuestras relaciones con Chile produce indignación a todo boliviano que la conoce y la estudia. Ese sentimiento se vuelve más intenso a medida que nos vamos enterando, en detalle, de los abusos, depredaciones y argumentos falaces de que hemos sido víctima, de los que está llena aquella desagradable historia”. Es decir que este sentimiento de indignación –para decir lo menos– llega a las personas que se han compenetrado de ese descomunal latrocinio que ha sufrido Bolivia de parte de Chile. El resto de la población, que ha estado sumido en la ignorancia de esos acontecimientos, desconoce la magnitud del daño inferido. No tienen conciencia de ello y, claro está, desconocen y no valoran la ofensa sufrida. La conciencia de retorno al mar usurpado debe estar en todo boliviano sin excepción, hombres, mujeres y niños; es decir, debe hacer nacer y renacer la conciencia de Patria en todos los sectores marginados y de pobreza y tanto mayor en el sector rural; cuando más en núcleos urbanos, entre los escolares en las fiestas cívicas, se aviva algo de lo que extrañamos.
Los gobernantes, políticos –cuándo no–, no se ocupan de formar ciudadanos con valores cívicos y patrióticos, ocupados como están en sus juegos demagógicos e intereses personales. Aun aquí los estudiantes medios y universitarios sienten tal indiferencia y tanta pasividad por las inquietudes patrióticas, que es pasmoso que en ellos esté ausente todo atisbo patriótico, que resultaría fallido todo intento de buscar en ellos energía, esa fuerza necesaria para acometer grandes ideales.
Cuántas veces hemos tropezado con personas formadas, aun profesionales, particularmente los que han pasado por universidades chilenas, que dicen sin rubor que es ¡algo que ha pasado hace tanto tiempo!, que Chile es un país muy poderoso y no podemos contra él, etc., con un conformismo cobarde.
El derecho de retorno al mar y a nuestros territorios usurpados es inclaudicable y esta verdad los bolivianos debemos introducir en nuestro pensamiento, en nuestro corazón y este sentimiento no tiene que estar inmerso solo en la canción, sino en nuestro entendimiento más profundo.
Entonces, todos debemos involucrarnos en una verdadera campaña de instrucción y concientización sobre la verdad del atropello, del abuso más infame con que nos ha maltratado ese país grosero que es Chile.
Esa debe ser la responsabilidad del Gobierno, de las Fuerzas Armadas, del Ministerio de Educación, de los profesores, en fin, para levantar nuestra moral con la verdad intangible de nuestro derecho.
Si Chile tiene tanques y aviones de última generación, los bolivianos contamos con la única fuerza que es la verdad de nuestro derecho atropellado y ésta es más poderosa que aquellas. Nuestra fuerza es el conocimiento intangible de la verdad en el alma, la voluntad y el corazón de todo un pueblo.
Los tarijeños han dado el comienzo al iniciar un conversatorio el año pasado para estudiar y difundir un estupendo hecho histórico: “Canchas Blancas”. Si en el pasado los gobiernos descuidaron introducir en nuestra cultura la historia del más infame asalto a la soberanía ajena, ahora deben hacer la más intensa campaña para llevar al pueblo el más cabal conocimiento de lo que fue el despojo del litoral boliviano que tanto enriqueció a Chile y empobreció a Bolivia. El presidente chileno Ricardo Lagos, en la Cumbre de las Américas de 2004, dijo: “Bolivia debería vivir una Agenda para el Siglo XXI y olvidar los años del Siglo XIX”. Este concepto desfachatado, que más parece burlesco, le devolvemos al señor Lagos, si a la inversa, Chile aceptaría lo que pregona, que Chile vuelva a ser el país mísero que fue antes de su rapiña. Mas, el señor Lagos debe saber que los bolivianos jamás olvidaremos el atraco de 1879 y su consecuencia, el Tratado de 1904; pues el robo será siempre vergonzoso en todo tiempo y la víctima que se honra nunca olvidará el ultraje sufrido, aun pasando siglos.
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