lunes, febrero 10, 2025
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¿Vale la pena una tercera guerra mundial?

Desde hace una semana y principalmente desde hace un par de días, ir a un supermercado, tomar un café, pedir algo de comer o repostar tu coche cada vez se hace más caro e incomprensiblemente todos pagan y nadie dice algo, ¿hasta cuándo durará este silencio?

Estamos empezando a ver cómo pesqueros dejan de salir, camioneros prefieren dar paso a quien quiera trabajar a pérdida, ya todos pensando en diversificarse y muchos apuntando a la agricultura y también estamos empezando a ver cómo, a pesar de restricciones (USA-Venezuela), la posibilidad de compra de petróleo y gas es inminente, es decir un nuevo orden mundial parece que aparece, pero, ¿cuándo aparecerá y con qué costo?

Hemos podido advertir cómo poco a poco diferentes nuevos expertos ya nos hablan de una nueva crisis, ya no la sanitaria, ni la económico- micro, sino la crisis producto de la guerra, “llamada economía de guerra” y aunque el tema económico cada vez más se acrecienta, el tema sanitario incluso deja ver su “nueva normalidad”, incluso diciendo que la mascarilla en interior ya no es ni será obligatoria, como desvirtuada también cualquier baja médica por adolecer de este virus.

Antes de la invasión rusa, el covid-19 era la primera y quizá más relevante razón para que los países se reunieran en consejo y elaboren estrategias de normalización y/o vacunación con el fin de mover recursos y con ello también reactivar las economías y tratar de salir adelante luego de casi 2 años de bajón emocional y colapso económico sin igual.

Ahora bien, ya han pasado más de dos semanas de invasión y se comienza a ver los primeros efectos perniciosos, tanto de la invasión como de la evasión de reacción “no de ataque sino de negociación”, dejando una vez más que la diplomacia y ahora las redes sociales se encarguen de ir declarando anticipadamente un ganador y un derrotado. Sin embargo, menospreciar lo que acontece es justamente dejar sin respuesta a lo que dentro de unas semanas se traducirá en la paralización del comercio exterior y el encarecimiento de casi todos los productos tangibles e intangibles del mundo y, lo que es peor, el mundo transable y bursátil, adueñándose de la inseguridad mundial, y China aún está expectante, atento a quién comete el error.

Está China expectante también, con deseos de ser un interlocutor o intermediario, en el mejor de los casos, porque sabe que meterse a una guerra es perder su poderío comercial mundial, así como inclinarse por su aliado natural podría repercutir negativamente en esta avanzada sin igual de los últimos 30 años. Pero si lo traiciona, corre el riesgo de que un país entero pueda sufrir también las consecuencias de que hoy se lo tiene “supuestamente acorralado”, aun así, las redes sociales y la comunidad internacional no dejan de criticar la ofensiva rusa; magnates rusos, amigos de Putin, con restricciones financieras y con restricciones de movimientos económicos; emporios mundiales con sanciones, incluso a personas naturales por tener un nexo de amistad con Putin, coartando derechos, aunque a otros peores, pero del lado aliado, no se les aplica sanciones o restringe derechos, porque en esta guerra no se identifican con el invasor; ¿qué pasara si la diplomacia se impone? ¿Cómo reaccionarán la comunidad internacional y los magantes del mundo?

Y dentro de todo esto, está el presidente ucraniano, que pasa de ser un líder político nacional con apoyo popular a incluso ser llamado el Mesías de occidente y el gran judío que pone un alto al bárbaro-eslavo ex jefe de la KGB, pero a pesar de sus acciones, también es considerado como un provocador o parador que pone en riesgo y peligro a su propio pueblo.

Por otro lado, muchos creen que el poderío ruso se limita a tener tanques obsoletos y armamento inservible, pero sin darse cuenta que quizá solo sea una muy pequeña parte del verdadero arsenal ruso, porque hasta ahora ni rastros del armamento utilizado por éstos en siria, ¿estará todo por allá?, ¿no será que está esperando la reacción de occidente?, ¿será todo mentira y verdaderamente Rusia no sea el poderoso que muchos creen?, ¿será que el mundo se ha limitado a creer ciertamente que una tercera guerra mundial ya no será cuerpo a cuerpo sino botón o no botón?

Un hecho significativo y no menos sorprendente es que Estados Unidos ya se inmiscuyó y, por tanto, formalmente acaba de entrar en la problemática bilateral (Rusia-Ucrania) y/o multilateral (Rusia-Ucrania y EU), y acaba de estrechar un compromiso que quizá sea el inicio de un largo y mucho peor destino de lo que se está viendo en estos días, pero que, asimismo, reconoce que ¿inmiscuirse sería estratégicamente errado?

Polonia desde siempre se ha ido identificando con el bloque pro ruso, soviético y fue o es parte del pacto de Varsovia que, como apunte, incluye a casi todos sus firmantes actualmente formando parte de la UE y/o de la OTAN. Sin embargo, pacto o acuerdo es un pacto o acuerdo y ello en un marco militar y de compromiso internacional hay que cumplirlo, porque de lo contrario las consecuencias pueden ser estrepitosas y Europa y Polonia lo saben. Y ahora ofreciendo al poderío americano el ceder encabezar un contrataque, pero ¿qué dijo EEUU?

No olvidemos que Polonia, geopolíticamente y militarmente hablando (sin hablar de letonia, Lituania, estonia, Finlandia o Alaska), es el único flanco por donde las tropas de occidente, diríamos “aliados”, podrían ingresar a Ucrania o Rusia. O bien para atacar tropas invasoras y ayudar a Ucrania o bien para atacar al Estado invasor (principalmente de manera terrestre), pero abrir esa brecha puede ser la punta del iceberg de la problemática de la invasión y generador de una mayor tensión militar y ¿cuál el costo?, ¿cuáles serán las consecuencias para el simple mortal, al menos el que vive en Europa?

No creo que la UE y menos la OTAN considere un ataque a tropas invasoras, no sin antes EEUU encabece la tropa y envíe al menos el 50% de los efectivos mínimos que se requiere para atacar al contingente ruso y ese número, créanme, sería prácticamente imposible de cubrir al menos en menos de 72 horas, tiempo que, sin dubitar, haría que Putin reanalice la posibilidad de atacar ferozmente Europa, ¿y será eso lo que Europa quisiera?

Esa pretensión de ir a luchar y matar y donde la victoria no existirá para ningún bando, lo único que provoca es odio y más rencor, y lo peor, ¿otra reconstrucción de Europa? y esto cada vez está más cercano y peor luego de las últimas declaraciones de Emmanuel Macron, que dijo “Europa tiene que estar preparada para todo”.

Asimismo, hace poco la Unión Europea y la OTAN cerraban la posibilidad de un ingreso inmediato de Ucrania a esos organismos, por tanto, occidente no formará por ahora parte de un ataque en defensa de Ucrania, pero eso no impide que, por interpósita juris personae, envíe misiles, aviones, cazas, tanques y otros, ¿y eso no es inmiscuirse en el conflicto? Eso quizá colme la paciencia del bando maligno, cuya reacción, como sabemos, podría ser catastrófica; y Europa también está ante la duda de si se alinea a los designios americanos y se subordinan ante éste o, por el contrario, se impondría no usando la fuerza, sino una vez “la diplomacia” triunfe a través de pactos o compromisos multilaterales.

Cosa diferente y que haría inminente un ataque conjunto de occidente es que Rusia cometa el error de atacar a un país miembro de la OTAN o EU y, en ese caso, sí habría una flagrante violación de principios de integración comunitaria y eso sería funesto. No creo que Rusia, a pesar de sus amenazas, pretenda atacar a un Estado miembro.

Entrar en una guerra que no es suya, entrar en un campo hostil y/o no poder justificar por qué se inmiscuye en una guerra que podría evitarse a pesar de las muertes hasta la fecha, generaría efectos mucho peores, tanto para quienes quieren ir a pelear como para quienes sean obligados a no pelear, o no enviaran tropas a un frente que no es propio de Hollywood o Bollywood. Y es que es la vida misma, realidad que, como dijimos en artículos anteriores, implica sangrientas matanzas que todavía hoy existen en el mundo y son respaldados, directa o indirectamente, por Estados que, entre otras cosas, venden armamento bélico a milicias o dictaduras. Y, por tanto, esa realidad no es virtual o de ficción, sino es real y el costo no solo económico sino político, que puede cobrar, por este lado del mundo, facturas muy altas a los Estados en lo posterior.

Las horas se agotan y la paciencia para cada bando se acaba, y lo peor es que cada vez las necesidades de la humanidad se encarecen, y lo peor está por venir y decidir: “1) Enfrentarse a sabiendas que puede ser una cruel avanzada y error imperdonable por las consecuencias para el viejo continente. 2) O a pesar de la intromisión norteamericana, la diplomacia europea actúe y se evite que un error cueste muy caro”, sabiendo además que enviar tropas significa no solo “matar o morir”, sino ¿vale la pena una tercera guerra mundial?

 

El autor es abogado.

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