Cuando inició la pandemia, allá por el 2020, nunca pensamos que vendrían momentos decisivos para las mujeres latinoamericanas. Si bien la sociedad y el mundo corporativo ya venían desarrollando iniciativas en torno a llevar mayor igualdad y empoderamiento femenino dentro de sus ámbitos, la realidad que nos planteó la crisis sanitaria fue otra. Esto se vio reflejado en una encuesta de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la cual asegura que las colaboradoras de la región destinan el doble de horas, en comparación con sus iguales varones, para sus labores en torno al cuidado del hogar (6 horas y 40 minutos en promedio).
En países como Bolivia, esta situación vino acompañada de un problema mayor, el cual impactó en gran medida la vida de la población femenina. Según un reporte del Instituto de Investigaciones Socio-Económicas, en 2020, la tasa global de participación laboral femenina en América Latina se redujo casi 8,1%, Bolivia, comparado con el 2015, bajó casi 2% (en sectores formales). Por ejemplo, 9 de cada 10 trabajadoras del hogar perdieron sus empleos debido a la pandemia. Esto, sumado a que el 70% de las mujeres en Bolivia cuentan con trabajos informales, al mismo tiempo, 44% de las trabajadoras desarrollan labores por cuenta propia debido a la falta de opciones en el sector formal (ONU Mujeres).
No obstante, el 2022 es un año más optimista. Un año que nos permitirá recuperarnos en el ámbito social. Las vacunas y los esfuerzos científicos que están combatiendo la pandemia, nos indican que ésta podría ser superada a mediano plazo, por lo que ya es momento de retomar y acelerar el camino a la igualdad que se ha mantenido en stand by en la región.
Como bien indicó el Banco Mundial en 2021, una mayor participación femenina en la economía propiciaría un incremento del 36% del PIB en la región. No obstante, esto no solo se traduce a mayor cantidad de mujeres en puestos de liderazgo, sino también en generar mejores espacios dentro de la sociedad y el mundo corporativo, con el objetivo de tener un ambiente de respeto único. Por el lado empresarial, nuestra compañía busca continuamente la manera de empoderar a la mujer en torno a distintas acciones y actividades.
Si bien cerca del 40% de posiciones de liderazgo de Kimberly-Clark están ocupadas por mujeres, nuestras iniciativas buscan promover la igualdad y diversidad desde otras aristas, e involucrando a todas las áreas. Uno de los programas más emblemáticos es Working Mom, que busca ayudar a madres que, debido a la maternidad, decidieron darse un tiempo para ellas y sus hijos, y están listas para reinsertarse en el mercado laboral. Actualmente, la compañía ha empleado a 12 Working Moms para desarrollarse profesionalmente en algunos países de la región, incluida Bolivia.
Por otro lado, iniciativas como la conformación de distintos Comités multidisciplinarios que aceleren una cultura de cambio en temas de equidad, LGBT+ y generaciones, nos permiten conectar con nuestro talento humano, conocer sus experiencias y perspectivas, así como los retos y dificultades que tienen, para lograr un ambiente de respeto para todos. Y es que no solo basta con empoderar a la mujer, creemos que es necesario que tomemos conciencia de nuestro rol dentro de la sociedad, derribando estigmas y sesgos inconscientes del día a día. Acciones como estas, nos permiten generar mejores profesionales, mejores personas, y entornos más propicios para la innovación.
Es momento que el mundo corporativo y la sociedad vuelvan a dar la prioridad debida a iniciativas que velen por la equidad, inclusión y diversidad. Si lo que buscamos es un mundo más inclusivo, luchemos desde todos los frentes para lograrlo. Juntos podemos trabajar en ello, para que, en los próximos años, marzo no solo sea el mes de la mujer y sus reivindicaciones, sino también una oportunidad para celebrar los logros obtenidos por la población femenina con el apoyo de todos los compañeros.
Ana Beatriz Franco, Líder del Cluster Bolivia, Perú & Chile en Kimberly-Clark.