jueves, abril 25, 2024
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Caminando por el barrio

Según los compromisos personales y laborales, me programo para caminar al menos 5 veces en la semana entre 3 y 5 kilómetros por el barrio, preferentemente cuando los rayos del sol estén lo menos vertical sobre la Tierra; me enfrasco en el atuendo correspondiente y previo a ello el uso de audífonos conectados a mi celular, escuchando las notas musicales de décadas atrás, busco mi frasco de agua, observo la esfera del reloj e identifico a qué hora debo regresar aproximadamente. Abro y cierro la puerta, toco el asfalto y comienzo a andar.

Esta última palabra (andar) suele remitirme a las estrofas -dentro de varias- que corresponden a Antonio Machado (dramaturgo, poeta y narrador español, el más joven representante de la generación del 98), llevadas a la canción “Cantares” por Joan Manuel Serrat, que además de cantautor es compositor, actor, escritor y poeta español.

Cuya letra en “mi recorrido” la asocio. Veamos. “Caminante, son tus huellas el camino y nada más; caminante, no hay camino, se hace camino al andar”; “Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos…”, hecho que se manifiesta cuando ves a los que en su momento fueron niños y niñas del barrio, ya jóvenes, casas cuyas fachadas han cambiado sus colores, otras que con el de cursar se aprecian deterioradas, como si “envejecieran”; similar en el caso de los autos o vehículos, desde lo más modernos, que solo con el activar de un control externo lo enciendes, hasta los más “viejitos” cuyos exteriores se observa totalmente oxidados, cables que cuelgan, piezas que faltan y que necesitan ser empujados para su arranque, que al lograrlo expulsan una gran humareda negra, como señal de un esfuerzo más, pero simultáneamente casi moribundo.

Continúa la canción, “…Me gusta verlos pintarse de sol y grana, volar bajo el cielo azul, temblar súbitamente y quebrarse…”; “Hace algún tiempo en ese lugar donde hoy los bosques se visten de espinos…” Casas que en sus ventanas o puerta cuelga un cartel: ¡SE VENDE!, acompañado de un número telefónico y como muestra de no ser reciente, entre los marcos sobreviven varias facturas, tal vez de agua, luz, telefonía, cable. ¿Motivos?

Un tanto especulando, pensaría en personas cuyo sueño se interrumpió, al verse afectados con la pérdida de empleos, la necesidad de emigrar del país en búsqueda de nuevos horizontes y otros. Expresa Machado en otras de sus estrofas “…Murió el poeta lejos del hogar. Le cubre el polvo de un país vecino. Al alejarse le vieron llorar”; “…cuando de nada nos sirve rezar”.

Al otro lado de la calle, Doña S…, que muchos años atrás los hombres discretamente piropeaban y hoy sentada en un sillón, donde a duras pena logra levantar su brazo flácido, que con una voz que casi susurra suele decir ¡adiós!, a una vendedora de pan, con su niño de unos 5 años que la acompaña, quien debería estar en la escuela, pero no, la pobreza impera aún para muchos.

Sin embargo, la lógica de la vida nos conlleva a lo que tomo como muestra, de una pequeña parte de la sociedad, cambia, se renueva, por ejemplo: un bus pequeño, que se detiene para que suban al mismo alumnos de preescolar y primeros años de primaria, con sus mochilas y uniformes radiantes –nuevas generaciones, diría– que pronto serán obreros, técnicos, especialistas, en cuyos hombros recaerá que el mundo – mi barrio, mi país sea mejor. A ellos les corresponderá – como una vez nos tocó a nosotros “…hacer camino al andar”, eso sí, “golpe a golpe, verso a verso…”

Ya casi cumplo mi tiempo y distancia programada el día de hoy, me detengo un tanto sudado, reviso en mi celular cuántas calorías consumí, verifico el kilometraje y… mañana será un nuevo día. ¿Aún no convencido o convencida de caminar? ¡Hágalo, se lo recomiendo!

 

El autor es Licenciado en Ciencias Pedagógicas, con postgrados en Educación Superior.

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