jueves, abril 18, 2024
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Estabilidad e inestabilidad

La estabilidad política genera paz social, productividad, inversión privada y empleo. Inyecta bienestar y desarrollo, dos objetivos que se menciona, hasta el hartazgo, en discursos de quienes representan a la derecha y la izquierda, a la oposición y al oficialismo. En síntesis: construye y no destruye. Empero hay gente que no lo ve desde ese ángulo y prioriza sus intereses particulares. Se olvida del bien común y “le mete nomás”. Despropósitos que ahondan diferencias y perturban la tranquilidad ciudadana. Posiblemente el hecho favorece a sus oscuros designios.
Por ello la inestabilidad política amenaza con retomar su cauce. Los políticos que pregonan su mayoría electoral y, por lo tanto, descartan la iniciativa pluralista, propician el retorno de ese fenómeno. Obviamente que a ellos no les interesa la salud del país, sino, particularmente, sus fines mezquinos.
En un clima político de esa índole, siempre hicieron estragos la desconfianza, la descalificación y la calumnia. Situación que no ha contribuido a la reconciliación, al entendimiento, a la unidad que se requería. Desbarató todo esfuerzo tendente a construir un futuro llevadero. Es que jamás ha coincidido con los supremos intereses del país.
Una realidad que exasperó los ánimos de gobernantes y gobernados, de ricos y pobres, de trabajadores y empresarios. Alentó actitudes de hostigamiento, en desmedro de la concordia. Provocó enfrentamientos. Quebrantó la paz social que permite trabajar, producir y cosechar. Sobrellevar las necesidades más apremiantes del diario vivir.
El alza de precios de los artículos alimenticios más elementales, fue el mayor detonante, en un proceso de inestabilidad política. La mayoría ciudadana, que no contaba con un ingreso fijo o estuvo sujeta a irrisorios salarios, supo darse modos para llenar la canasta familiar. Perjudicó, igualmente, la gobernabilidad. Inclusive provocó cierta suspicacia entre los empresarios, quienes, en todos los tiempos, ofrecieron y crearon empleos, según sus posibilidades. Empleo que ha escaseado y por ello no se pudo avizorar días más promisorios. Es que no hubo suficientes empresas para tener más empleos. El Estado se limitó al discurso y nada más.
Las consecuencias de la inestabilidad han sido desastrosas para los destinos del país. Tal realidad la hemos vivido en dictadura y democracia, del pasado mediato e inmediato. Con gobernantes uniformados y civiles. Fue una rémora en el camino trazado para alcanzar los objetivos de desarrollo nacional.
Existen políticos que no priorizan la estabilidad política, pese que se han enriquecido con recursos del Estado. Para aquéllos prevalecen sus afanes sectarios y mezquinos. Recordemos que la inestabilidad acortó el mandato constitucional del gobierno de la UDP. Terminó, también, con los catorce años de un régimen izquierdista, en el pasado reciente. Acontecimientos que están inscritos en la historia. Ahora resurgen peligrosamente. Habría que preservar, por todo lo anotado, la estabilidad en democracia, para no volver a vivir esas experiencias.
En suma: si estamos comprometidos con el destino del país, hagamos de la estabilidad un instrumento que nos guíe e ilumine hacia un derrotero de prosperidad.

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