martes, abril 23, 2024
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La pandemia sigue arrastrando problemas

Mientras las prioridades del gobierno continúen siendo la política, la propaganda, la ideología, la persecución de sus adversarios, conforme al ritmo que marca la tradición de 14 años, la salud (la Covid-19), la economía y la educación, entre otros, seguirán postergadas y relegadas, con todas las consecuencias negativas sobre la sociedad. Se puede decir que la crisis sanitaria nada ha mejorado del estado en el que la dejó el gobierno de transición.
Los hospitales siguen atravesando sus mismas limitaciones y escaseces. Ahora que la pandemia registra los más altos records y de hecho supera las cotas del 2020, la falta de personal de contrato por la emergencia es igual o peor a la transición. El Estado debe salarios devengados a los médicos contratados de los distintos departamentos. En estos días el oxígeno es el insumo de mayor urgencia. Cochabamba y Oruro lo han agotado. Trinidad parece ser la única ciudad que recibió un refuerzo importante de oxígeno. La Paz y El Alto no tardarán en sufrir similar déficit.
Es incomprensible que el Hospital General de esa urbe –complejo de todas las especialidades– no tenga una planta productora de este vital elemento. El gobierno trata de salvar estas responsabilidades en las gobernaciones y alcaldías. La Constitución del 2009 –elaborada por el MAS– descarga la gestión de la salud en ambas. El gobierno se lava las manos. A las nueve gobernaciones y los más de 300 municipios, además de las universidades públicas, se les asigna alrededor del 12% de la renta nacional. En contrapartida, el Ejecutivo devora la parte del león de dicha renta. Su deber social es asistir con recursos suficientes a las necesidades que han surgido angustiosamente de la pandemia, para no hablar de otros capítulos que el Ejecutivo mira contemplativamente.
La propaganda oficial se jacta de la dotación de antígenos, pruebas PCR y otros detectores del Coronavirus que, sin duda, se han incrementado. No obstante, el país carece de la cantidad necesaria de vacunas. Se requiere dos dosis para unos 10 millones de personas como garantía de contención del contagio desfasado, portador de muerte y sufrimiento. A pesar del cortísimo número de vacunas, sus llegadas al país son motivo de resonante propaganda del gobierno. El presidente Arce ha concurrido a todas las reducidas llegadas de vacunas, como si se tratará de un éxito incomparable, magnificado por la propaganda. Esto ha merecido el calificativo de un show mediático. En este plano se ubica también la postura del Canciller, de atribuirse la paternidad en pedir la liberación de las patentes de vacunas. Varios meses atrás la sugerencia había partido de la India, Sudáfrica y, por supuesto, de la OMS y OPS. Auto alabarse tiene pies cortos.

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