¡Sehwan (Pakistán).- Las inundaciones de Pakistán suponen una amenaza mortal para los niños, por la precariedad a la que se exponen y fallas en el sistema de salud, según fuentes consultadas por Reuters.
En las horas previas a que su hijo de seis años muriera en su regazo, Badar Bibi recordó cómo corrió desde una clínica de campaña creada para tratar a las personas atrapadas en las peores inundaciones de Pakistán en décadas a un hospital de la ciudad, desesperada por bajar la fiebre del niño.
Primero llevó a Abdul Qadeer a un centro médico improvisado por las fuerzas aéreas, donde los médicos consiguieron bajarle la temperatura a 106 Fahrenheit. También la ayudaron a conseguir un tuk-tuk para llevarlo al hospital de la cercana ciudad de Sehwan.
Pusieron un gotero y, cuando su estado mejoró, le dieron el alta. Sin embargo, la noche en que Bibi llevó a su hijo a un campamento gestionado por el Gobiernos para las familias desplazadas, el pequeño murió.
“Los médicos me dijeron… que estaba bien”, dijo la mujer de 29 años. “Tomé a mi hijo en mis brazos… y por la noche mi hijo murió”, explicó, sollozando.
Shahid Iqbal, el médico que trató al niño en la clínica de campaña la semana pasada, indicó que no había sido posible diagnosticar la causa exacta de su fiebre.
Él es uno de los cientos de niños que han muerto en las lluvias torrenciales que han devastado grandes zonas de las provincias sureñas de Pakistán, Sindh y Baluchistán, buen ahogados por las aguas que inundan las casas o afectados por enfermedades, algunas de ellas transmitidas por el agua.
Según las cifras oficiales, 496 de los 1.399 muertos hasta ahora en las inundaciones han sido niños. Algunos grupos de ayuda temen que ahora los pequeños sean especialmente vulnerables a las enfermedades que probablemente se propaguen cuando las aguas comiencen a retirarse.
El acceso a la asistencia médica de emergencia se ha visto gravemente obstaculizado por las carreteras bloqueadas, los edificios dañados y los puentes derrumbados.
PUEBLOS SUMERGIDOS
Las lluvias monzónicas récord y el deshielo de los glaciares desencadenaron la catástrofe, que no ha dado señales de remitir en el último mes. Naciones Unidas y Pakistán han relacionado estas condiciones meteorológicas extremas con el cambio climático; unas 600.000 personas han tenido que abandonar sus hogares.
La familia de Bibi consiguió ponerse a salvo a mediados de agosto después de que las furiosas inundaciones anegaran su pueblo en Mehar, Sindh. Ahora está sumergido, y los residentes dicen que incluso las casas de dos pisos apenas se ven por encima del agua.
Hasta 33 millones de personas de los 220 millones de habitantes de la nación del sur de Asia se han visto afectadas de alguna manera por las inundaciones que arrasaron casas, carreteras, vías férreas y puentes y sumergieron alrededor de 4 millones de acres de tierras de cultivo.
Pakistán ha estimado las pérdidas financieras hasta el momento en unos 30.000 millones de dólares.
AGUAS ESTANCADAS
Unicef señaló que las inundaciones habían afectado a un total de 16 millones de niños, y que del total, 3,4 millones de niños necesitaban “asistencia para salvar sus vidas”.
“Por lo tanto, existe el riesgo de que haya muchas más muertes de niños”, puntualizó Unicef en un comunicado, y añadió que la situación podría deteriorarse cuando faltan sólo ocho semanas para el invierno.
Las familias desplazadas necesitan acceso a agua potable, refugio, alimentos, aseos, ayuda médica y medicamentos.
Muchas zonas inundadas siguen siendo inaccesibles, sin embargo, incluso en los campamentos gestionados por el Gobierno y creados para dar cobijo a los supervivientes, la atención médica no siempre está disponible.
“Mi nieto tenía fiebre y diarrea”, dijo Moeenullah Khan a Reuters en un campamento de Charsadda, en el noroeste del país. Añadiendo que un médico le aconsejó que llevara al niño a otro hospital en una ciudad cercana. “No tengo dinero”, explicó Khan. (Reuters)