lunes, julio 14, 2025
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Ciencia y sociedad

Emergencia sanitaria

Ana María Pérez Mollinedo

Después de la pesadilla que vivió la humanidad con el covid-19, sin duda todo quedó afectado. El impacto fue global y profundo, en la economía, la sociedad, los sistemas de salud pública. Las dolorosas pérdidas de valiosas vidas, destruyeron familias, personas, la recesión y desigualdades se profundizaron más.
Lo más triste es que nunca se aclaró ante el mundo cuál fue el origen de esa pandemia, por la que 16 millones de personas fallecieron entre 2020 y 2021, dejando secuelas en los sobrevivientes, así como efectos de las vacunas, por lo que parece haber sido afectada la esperanza de vida. En el pequeño mercado de Wuhan tal vez no se inició, pues durante la primera etapa el virus era muy específico y dirigido para permanecer en las superficies. Era mortal. Más pareció un arma biológica diseminada de alguna forma en el planeta. Se debió encapsular ese virus, ¿por qué no lo hicieron?, siempre reprocharemos a los culpables por esto.
Hoy, desde Canadá hasta la Argentina, pueblos se ven afectados por el sarampión. Según un informe de la OPS, la falta de vacunación en la etapa del Covid, la resistencia a las vacunas en comunidades y sectores sociales, así como la falta de acceso a servicios de salud en poblaciones vulnerables, podrían ser las causas. En Bolivia ya tenemos alerta sanitaria nacional por 74 casos de sarampión.
Mucho más contagioso que el covid, el sarampión se transmite por contacto directo con secreciones respiratorias de gente infectada o mediante gotitas expulsadas al toser o estornudar. Estas gotas pueden permanecer en el aire o las superficies y contagiarse quienes tengan contacto.
Las autoridades de salud recomendaron volver a utilizar barbijos, alcohol desinfectante (que por la crisis no se lo encuentra fácilmente o sus precios son exagerados), distanciamiento social, ventilación en espacios cerrados, como minibuses, taxis, radio taxis y principalmente en oficinas, donde pasamos horas, muchas veces tragando los microbios de la gente que tose, ríe, silba, habla, canta echando virus, contagiando a todos…
¿Es mucho problema utilizar barbijo, el codo para toser, estornudar?, ¿por qué escupir en las calles, donde el viento hace su labor?, ¿no hay pañuelos desechables? Estas recomendaciones son también para influenza, neumonía e infecciones respiratorias agudas (IRAs), que han aumentado en estos días.
Los ministerios de Trabajo y de Salud también deberían mediante comunicados instruir la aplicación de medidas de seguridad en instituciones públicas y privadas. La Alcaldía de La Paz tendría que controlar, pues en los mercados hay muchos menores que son hijos (as) de las vendedoras. En vez de hastiarnos con tanta publicidad política inútil en medios, podrían invertir mejor en salud, para prevención, control y educación, ahora que los medicamentos están escasos y caros. Y lo más importante es el respeto y consideración hacia los demás.

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