Por desesperación, el cocalero Evo Morales farfulla todo tipo de amenazas, con un objetivo estrictamente individual. Sigue actuando como si estuviera en aquella época de oro, cuando Bolivia recibía miles de millones de dólares por la venta de gas a países vecinos. Lamentablemente, ese monto gigantesco de dinero que estaba a su disposición, lo distribuía como si fuera de su propiedad.
Ahora en la mente alienada del cocalero sigue la falsa idea de que es como un dios, ante el que todos deben postrarse, recordando que en la época de bonanza utilizaba el avión del Estado para hacer giras de placer o trasladando a grupos de sus adeptos para reuniones de poca monta en varios países. No solamente tenía ese gusto principesco, sino que “le metía nomás” para alcanzar sus discutibles metas.
Como no olvida su soberbio y caprichoso proceder, ahora amenaza con cercar a la ínclita población de La Paz, con la finalidad de someterla al hambre y asaltarla por todos lados. Es decir que planea arrasar con el heroico pueblo paceño, olvidando que éste, en el pasado, derrotó y aniquiló a tiranos como Mariano Melgarejo y otros y que está en condiciones de luchar contra cualquier amenaza.
En la mente del exjefe del Estado Plurinacional hay una falsedad tan grande, que se cree ahora la reencarnación de Túpac Katari y que puede hacer lo mismo que este personaje indígena, cercar a la ciudad de La Paz. Como resulta una fantasía patológica, no toma en cuenta que, en 1781, La Paz tenía menos de 30 mil habitantes, mientras que ahora tiene cerca de tres millones, incluida la ciudad de El Alto y otras poblaciones en crecimiento. En ese tiempo la ciudad no pasaba de seis cuadras alrededor del Palacio y el pueblo ni sabía por qué motivo el caudillo indígena Katari se había levantado.
Al presente, cuando Morales ve que fracasan todos sus proyectos, principalmente el referido a propiciar su regreso al poder, mediante su habilitación como candidato en las próximas elecciones generales de agosto, ordena “cercar La Paz”. Piensa que solo así volverá a ser candidato, aunque sea para parlamentario, para de esta manera gozar de inmunidades y seguir con sus chabacanerías. Pero, lo único que consigue es ganar el repudio del pueblo de La Paz, que es testigo de sus atropellos. Pero hacer comprender todo esto a Evo Morales, es como hablar con un muro de cemento armado, porque, además, no lee, no sabe de historia de Bolivia. Además, está rodeado de asesores indigenistas mentirosos, que le llenan la mente con argumentos carentes de ética y lógica.
Cercar La Paz, nefasta orden de Evo Morales
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