Una campaña oficialista es difundida por medios de difusión, con expresiones de seguridad y transparencia, en sentido de que, de manera inevitable, se realizarán las elecciones generales el 17 de agosto. Pero no deja de extrañar que algunos partidos políticos hacen maniobras para que las elecciones por lo menos sean postergadas, hasta que el país tenga mejores posibilidades de salir de una crisis general.
Esas apreciaciones, la mayoría de ellas subterráneas, dejan ver que hay una serie de manifestaciones políticas dirigidas a demandar la postergación de los comicios nacionales, por lo menos durante un año. O que ese acontecimiento político sea postergado por más tiempo y, en ese caso, el gobierno actual se quede en el poder, tratando de hacer revivir el agotado y desorientado “proceso de cambio”, que ya dura veinte años, encabezado por el tolderío masista.
Entre los síntomas de esa perspectiva, se encuentran, según la opinión pública, maniobras directas e indirectas, del sector que se quedó con la sigla del partido Movimiento al Socialismo, ahora encabezado por un grupo adicto al presidente Luis Arce, quien estaría alentando esa posibilidad subrepticiamente, desde el comienzo de su gestión. Como se sabe, varias acciones condujeron a una aparente división del MAS, entre arcistas y evistas. Mientras que el expresidente Evo Morales no da brazo a torcer e insiste en ser habilitado como candidato a la fuerza para las elecciones generales de agosto, a pesar de sus cuestionables gestiones gubernamentales anteriores.
La supuesta prórroga en el gobierno, que acaricia el presidente Arce, seguramente se basa en la creencia de que la crisis general que soporta el país, puede arreglarla él con sus ofertas de industrialización. Se trata de mantener la apariencia de que está haciendo un “buen gobierno”, que ha puesto en jaque a Evo Morales. Lo cierto es que solo sus acólitos están ansiosos por seguir gozando de dietas y otros beneficios.
De todas maneras, se trata de suposiciones, pero con antecedentes en nuestra historia política. Recordemos que, en el pasado, el presidente Bautista Saavedra se prorrogó un año, que el presidente Germán Busch, con ambiciones de grandeza hitleriana de la época, se declaró dictador, inclusive sin causa real.
Pero también en el campo de las conjeturas, cabe considerar que, si los deseos prorroguistas del masismo llegan a hacerse realidad, no sería del agrado de la ciudadanía, que espera, más que todo, un buen gobierno, sin odioso favorecimiento solo a los afines al MAS, y soluciones para los graves problemas que hoy agobian a millones de bolivianos. Uno de ellos es la falta de dólares, que afecta a los sectores productivos y al comercio, particularmente. Además, en el mercado paralelo el dólar ha llegado a duplicar su precio, sin que el gobierno de turno asuma medidas eficaces al respecto.