miércoles, abril 30, 2025
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Unidad cruzada para romper la hegemonía del MAS

Orlando Navarro Canelas

En Bolivia, el diseño electoral establecido por la Constitución y la Ley del Régimen Electoral N° 026 configura una dinámica en la que no solo se elige un binomio presidencial, sino también una Asamblea Legislativa Plurinacional, cuyas correlaciones de fuerzas determinan la viabilidad de reformas estructurales. Superar la crisis que atravesamos requiere de una amplia mayoría en ambas Cámaras.  Esto hace indispensable pensar las elecciones del 17 de agosto de 2025 no solo como una contienda por el Ejecutivo, sino como una batalla por un control efectivo del Parlamento

Ante la posibilidad real de que el Movimiento al Socialismo (MAS) en sus versiones Evistas (Evo Pueblo) y “renovadora”, intente retener el poder por la vía electoral, el bloque opositor tiene dos opciones: ir unido desde la primera vuelta o competir de forma estratégica con candidaturas separadas. Si bien la unidad parece, en principio, una fórmula ganadora, existe un escenario donde ir separados puede ser más funcional para garantizar una mayoría en la Asamblea.

Lo explico. Si Jorge Tuto Quiroga Ramírez y Samuel Doria Medina compiten por separado, podrían maximizar su caudal de diputados uninominales y listas plurinominales, recordemos que la encuesta de Marcelo Claure refleja que los dirigentes de oposición tienen llegada a bolsones electorales muy distintos, por lo que un masismo fraccionado y en crisis permitiría a la oposición penetrar nuevos sectores. Esta división controlada puede traducirse en una mayoría opositora en el Legislativo. Sin embargo, en el escenario en la que el MAS se aproxime al 40% de los votos con más de 10 puntos de diferencia sobre el segundo, el bloque de unidad entra en acción, y el candidato opositor menos favorecido se retire de manera estratégica, bajando su binomio presidencial y las listas de senadores y plurinominales, pero manteniendo sus candidaturas uninominales.

Este mecanismo ya fue aplicado de forma espontánea con éxito en las circunscripciones 44, 45 y 46 de Santa Cruz en las elecciones de 2019. Allí, la ciudadanía votó por Comunidad Ciudadana en la franja presidencial y por 21F Bolivia Dijo NO (Demócratas) en la franja uninominal, de haberse bajado la candidatura de Ortiz, CC hubiera garantizado más diputados plurinominales y hasta el tercer senador. Este ejemplo nos demuestra que, si en esta ocasión aplicamos planificación y voluntad política, esta modalidad puede ser replicado a escala nacional y convertirse en una jugada decisiva.

Son disputados 70 escaños uninominales, incluyendo a las 7 circunscripciones especiales, esta contienda sería entre la segunda opción electoral de oposición contra el masismo, mientras que la mejor opción de oposición consolida su participación parlamentaria con senadores y diputados plurinominales que no se verían restados con los uninominales como versa el inciso c) del artículo 59 de la Ley de Régimen Electoral, por no ser del mismo partido o alianza. La segunda opción de oposición capta la mayor cantidad de diputados uninominales, disputando cara a cara al masismo. En palabras sencillas, la población haría un voto cruzado entre la franja presidencial y uninominal.

Siguiendo el ejemplo de las elecciones de 2019 (empañadas por el fraude electoral), en la que se cargaba con un fuerte descontento contra el MAS, por el no respeto a los resultados del referéndum de 21 de febrero de 2016, el incendio de la Chiquitanía, y los casos de corrupción, lo resultados arrojaron que el MAS ganó 27 escaños uninominales con más del 50%, es decir la oposición tuvo el potencial de ganar en 43, sin embargo, el MAS ganó en otras 20 con menos del 50% y 23 ganó la oposición. En el escenario que planteó la oposición, tiene el potencial de ganar 43 diputados más sin anular diputaciones plurinominales, que iría para la alianza o partido mejor favorecido para derrotar al masismo, junto a sus senadores y representantes supraestatales.

Si Tuto es presidente, ¿Con quién quisiera definir las reformas para salir de la crisis?, ¿Con el masismo que saboteará y chantajeará todo, o con los diputados salidos de la lista de Samuel Doria Medina? La misma pregunta para Samuel: ¿Saldremos de la crisis con reformas negociadas con masistas o con diputados propuestos por la alianza de Tuto Quiroga?

¿Quién debe coordinar esta táctica? El bloque de unidad, a cargo de los actores que no participan, como Carlos Mesa y Luis Fernando Camacho, por ejemplo, con respaldo de la sociedad civil, plataformas ciudadanas, Comités Cívicos y personalidades notables, quienes deben asumir esta responsabilidad histórica. No se trata de un pacto de élites, sino de una arquitectura democrática diseñada para evitar consolidar la hegemonía autoritaria del MAS, esta vez en sus versiones “Evo Pueblo” y “Renovadores”. Garantizando gobernabilidad y la puesta en marcha de las reformas que necesita nuestro país para salir de la crisis económica e institucional que padece.

Es cierto, el riesgo de transfuguismo —la compra de diputados— existe en cualquier escenario, con o sin unidad. Por ello, es crucial también blindar las listas de candidatos con procesos de selección minuciosos y abiertos, en las que las instancias propuestas del bloque de unidad, pudieran tener roles de veedores y garantes de los postulantes. No se puede improvisar: ni tibios ni aventureros. Comunidad Ciudadana cometió ese error, si bien hay destacados parlamentarios, es verdad que otros se vendieron al MAS. Bolivia no puede volver a tropezar con la misma piedra.

Las proyecciones de intención de voto de las distintas encuestas con las que se dispongan, contrastadas con el historial electoral del MAS (2005, 2009, 2014, 2019 y 2020), pueden anticipar con tres semanas de antelación si el oficialismo puede superar el 40% necesario para evitar una segunda vuelta. Esa ventana de tiempo es crítica para tomar decisiones estratégicas, bajar listas cuando sea necesario, y asegurar que el MAS no vuelva a imponerse sin mayoría social.

Hoy más que nunca se requieren acciones audaces e inteligentes. Esta elección no solo define un quinquenio: puede marcar el punto de inflexión entre una democracia funcional o la consolidación del autoritarismo reciclado que nos acerqué aún más a escenarios como los de Venezuela y Nicaragua. La ciudadanía debe exigir grandeza, visión y estrategia a sus líderes. El futuro está en juego.

 

El autor es abogado y activista político.

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