jueves, febrero 13, 2025
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Relaciones exteriores y relaciones clientelares

Al igual que otras naciones latinoamericanas, Bolivia tuvo un Siglo XIX revoltoso y violento, marcado por la ambición de caudillos inescrupulosos que protagonizaban “revoluciones” recurrentemente. Sin embargo, incluso en ese ambiente marcado por intereses particulares que retrasaban el progreso del país, había destellos de virtud. Varios políticos y empresarios, como José María Linares, Adolfo Ballivián, Félix Avelino Aramayo o Aniceto Arce, descollaron como ejemplos de tenacidad, inteligencia y trabajo. El Ministerio de Relaciones Exteriores, por ejemplo, fue una de las carteras de Estado que estuvieron conducidas por muchas personas de probada inteligencia y gran experiencia, como Casimiro Olañeta, Tomás Frías, Casimiro Corral o Rafael Bustillo. En el Siglo XX también hubo muchos personajes talentosos al mando de ese ministerio, como Daniel Sánchez Bustamante, Ricardo Jaimes Freyre, Franz Tamayo, Eduardo Diez de Medina o el gran Alberto Ostria Gutiérrez.
Los mencionados hombres tuvieron seguramente sus pequeñeces y miserias; ¿qué gran personaje no las tiene? No obstante, habría que ser necio para desconocer sus virtudes intelectuales y su solvencia para desempeñar tan importante cargo público, como es el de Ministro de Relaciones Exteriores, lo cual repercutió positivamente en la imagen de Bolivia allende sus fronteras. Durante la guerra del Chaco, por ejemplo, la diplomacia boliviana brilló, y hay que reconocer que en lo referente al problema marítimo hubo muchas y muy loables gestiones diplomáticas realizadas a lo largo de varias décadas por notables funcionarios versados en geografía, historia, derecho internacional y economía.
Hoy, sin embargo, al igual que lo que sucede con la Asamblea Legislativa, el Ministerio de RREE parece estar atravesando su peor época. No hay un escalafón diplomático que se respete y su cabeza, Celinda Sosa Lunda, carece de formación en temas diplomáticos, consulares, históricos, jurídicos y económicos, indispensables todos ellos para un diplomático de tan alta jerarquía. Hace pocos meses, fue ella misma quien admitió que su ministerio no cuenta con funcionarios de carrera, y a esto se añade la ideologización con que se lo está corroyendo; la “diplomacia de los pueblos por la vida”, hecha mucho más de retórica que de sentido de oportunidad o realismo, no puede estar sino aislando a Bolivia del mundo democrático y sus beneficios. Como en las demás oficinas del Estado, en la otorgación de cargos del Ministerio de RREE hoy priman más las lealtades partidarias o, aún peor, las relaciones clientelares.
¿Cuál es la política exterior de Bolivia en el año de su bicentenario? ¿En qué países Bolivia tiene embajadores? ¿Cuál es el presupuesto del Ministerio de RREE y cómo se lo gasta? ¿Por qué con algunos países se hacen gestiones solo a niveles consulares o de encargados de Negocios? ¿Cómo está funcionando la Academia Diplomática Plurinacional? Todas ellas son preguntas que estarían respondidas ante la opinión pública si existiera un gobierno abierto. Sin embargo, mientras Bolivia siga bajo el manto del autoritarismo, hay pocas esperanzas de que sean esclarecidas y de que las relaciones exteriores sean conducidas con visión, responsabilidad y patriotismo.

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