Aunque todos los días del año debiéramos rendir homenaje a nuestra Patria, engrandeciéndola con nuestro trabajo, se ha señalado el día 6 de agosto, como fecha festiva. Este próximo día 6 de agosto, los bolivianos vamos a conmemorar 199 años de la firma del Acta de Independencia y fundación de la REPÚBLICA de Bolívar y luego Bolivia, en la Asamblea que se realizó en la ciudad de La Plata (hoy Sucre) en 1825, como nación independiente y soberana, que luego de 15 años de recia lucha armada, conquistó su libertad ante la corona española.
No obstante que en el suelo Alto Peruano se produjeron los primeros levantamientos independentistas, y se conformó el primer gobierno libre de América con la Revolución del 16 de julio de 1809, fuimos los últimos en proclamar nuestra independencia, pues los españoles hicieron tenaz resistencia a las demandas libertadoras de los pueblos de esta parte de América, seguramente debido a la riqueza en metales, como el oro y la plata, que en abundancia contenía y contiene esta tierra.
Constituida la República, recorrimos un largo período de inestabilidad en el Siglo XIX, para lograr establecer una sociedad en vías de desarrollo, que se dio luego de la Guerra federal de 1898, entrando en un período (más de dos décadas) de realizaciones con el régimen liberal y republicano. Sin embargo, en todo ese tiempo histórico, no se resolvió el problema de los indígenas, que desde la llegada de los españoles a estas tierras, fueron sujetados a una suerte de siervos de la gleba (pongueaje). Fue la Revolución Nacional que redimió a la entonces mayoría de la población indígena, entonces la mayoría de la población, de su situación, y la incorporó a la ciudadanía plena, con todos los derechos y deberes ciudadanos.
En el decurso de nuestra historia, hemos perdido por guerras y tratados con nuestros ambiciosos vecinos, la mitad del territorio patrio con el que nacimos a la vida republicana, entre esas amputaciones, nuestro mar territorial, luego de la invasión de Chile en procura de las riquezas de nuestro territorio, el guano, salitre y minerales varios. El asunto del acceso al océano Pacífico quedó pendiente, hasta que en el gobierno del régimen populista de Morales Ayma, se perdió un juicio presentado ante la Corte Internacional de Justicia con sede en La Haya.
En este tiempo nuestra Patria está atravesando una situación de crisis institucional del Estado, pues 18 años de gobierno del régimen populista, ha dañado la institucionalidad del Estado y ahora estamos en un proceso de deterioro de la economía, con números en rojo en las variables económicas. Y si no son tomadas medidas urgentes y categóricas, podría profundizarse esta situación, hasta repetir los cuadros de grave inflación que ya padecimos a mediados del Siglo XX.
La sociedad boliviana está dividida entre quienes sostienen el régimen populista y los que postulan un régimen democrático de plenas libertades, entre quienes siguen la ideología del socialismo del Siglo XXI y sus derivaciones, y los que creemos en un régimen auténticamente democrático, que respete y promueva la libertad de pensamiento, la libre empresa, el respeto a la propiedad privada, y un régimen de “estado de derecho”, en el que todos, gobernantes y gobernados, estén sujetos al cumplimiento estricto de las leyes.
Debemos recuperar el carácter republicano del Estado, como señala la Constitución Política del Estado en su artículo 11, pues el republicanismo es sinónimo de régimen democrático, donde el Estado es de todos (res pública = cosa de todos) y no grupos sociales afines al gobierno, de sectores étnicos, de los militantes y adherentes al partido de gobierno.
La Nación Boliviana, como señala el artículo 3ro. de la Constitución en vigencia, fue demandada en la Guerra del Chaco y realizada en la Revolución Nacional. La Nación Boliviana, como señala ese artículo, está conformada por: “la totalidad de las bolivianas y bolivianos, las naciones y pueblos indígenas originario campesinas y las comunidades interculturales y afrobolivianas que en conjunto constituyen el pueblo boliviano” y no en Estado de 36 naciones con sus idiomas (la mayoría lenguas muertas) y hasta con sus símbolos que pretenden reemplazar los que representan a todos los bolivianos.
El mejor homenaje a la Patria es tenerla en nuestros sentimientos y acciones diarias de vida, en procura de servirla y engrandecerla.
El autor es abogado, politólogo, escritor y docente universitario.