A no dudarlo, desde siempre –aquí y allá– las masas, como antes se las denominaba, –hoy, por afanes políticos, “movimientos sociales”– viven en una especie de gigantesco círculo vicioso, al que se han habituado, inducidos por los grupos de poder, para que respondan a sus intereses, conveniencias y lineamientos. Entonces las convocatorias para que marchen a favor o en contra de tal o cual hecho que les sea favorable llegan a constituir un objetivo o motivo de razón de vida. Consecuentemente, vienen los bloqueos, incendios provocados, tomas de tierras fiscales o particulares, amedrentamientos a gil y mil, cercos, o lo que fuere y contra los que fuere, dicen, y por supuesto que todo está predispuesto para que suceda de ese modo.
Y por cierto que son, como siempre lo menciono, temas de la vida diaria, los mismos que son infinitos, por cuanto en nuestra vida cotidiana los comentarios de la gente sobre el particular –la sociedad en pleno– además de otra serie de contextos, es algo de nunca acabar, dándose constantemente. Hasta cierto punto la colectividad muestra su cansancio ante esas situaciones, pero no le queda más que continuar soportando con resignación. Transcurrieron los incendios premeditados en bosques, según se comenta, sin que haya muchos detenidos por tales extremos que causaron la mortandad de millares de animales de nuestra fauna, amén de otros daños cuantiosos. También pasaron los bloqueos de caminos que causan perjuicios a todo el país, pero tampoco se tiene resultados sobre detenciones de bloqueadores y, lo que es peor, ya son anunciados otros.
Transcurrió el censo 2024, con algunos contratiempos, pero tardaremos en conocer los resultados. En la Argentina, en el gobierno kirchnerista de Alberto Fernández, hace varios meses, se pudo conocer que el censo arrojó que la población del vecino país creció, tal como anunció jubilosamente el propio ahora exjefe de Estado, el mismo día, a las pocas horas de la conclusión de su acto censal.
Se habla hasta el cansancio de las elecciones judiciales por votación popular, de la preselección de los candidatos en la Asamblea Legislativa, pero la pregunta es ¿qué vendrá después? Al respecto no hay una certera respuesta, porque se trata de la Bolivia de las incertidumbres y aquellas imprevisiones que, de una manera u otra, hieren el espíritu ciudadano, mientras una institución seria alertó que un 84 por ciento de municipios del país podrían perder recursos hasta en un 70% en casos extremos y en la mayoría entre 10 y 20%. Otra vez la pregunta ¿y qué viene ahora? También hubo multas y hasta amenazas de quitarles sus casas y parcelas a quienes no se harían censar en sus comunidades, ¿quién se ocupó de defender a toda esa gente, frente a semejantes abusos, y poner en vereda a los prepotentes?
El interrogante continúa flotando en el aire: ¿Qué viene ahora?
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