Es innegable que los gobiernos de Evo Morales entre los años 2006 a 2019 habían desembocado en una crisis económica, política, moral, etc., que requería la rectificación política, antes de que fuese demasiado tarde. En efecto, la población entró en una situación política revolucionaria que derivó en insurrección popular en noviembre de 2019, que obligó a los dos principales gobernantes a abandonar el gobierno y ponerse en fuga hacia el exterior.
Entonces, el gobierno recién llegado al Palacio Quemado tenía la obligación de enfrentar esa nueva situación y adoptar las medidas oportunas y adecuadas al momento histórico y rectificar el anormal estado de cosas en que se encontraba el país. Sin embargo, el nuevo grupo gobernante que se hizo del poder no cumplió con sus obligaciones –en especial convocar a una asamblea constituyente– y se dedicó a atender asuntos de mínima cuantía. Esa política empírica a inocente, en vez de resolver los graves asuntos heredados, dejó que empeoren y se vuelva a la situación de decadencia anterior.
Enseguida, con el retorno del MAS al Palacio Quemado, la crisis en que estaba el país fue elevada mucho más, no fue resuelta y el nuevo gobierno no aplicó medidas para hacer mejoras y, en cambio, la nueva escalada de problemas se ha ido agravando, de manera intensa, hasta llegar en el presente a extremos inesperados.
En efecto, el país se encuentra en medio de una crisis abrumadora. El asunto económico llegó a un punto candente por falta de liquidez monetaria del Estado, por la reducción de los ingresos en divisas, por el alza del dólar, etc. A la par, la crisis judicial continúa y se agrava, a la que se suma el conflicto con el magisterio que ha llegado a un punto sin salida. También se observa la crisis agraria, el alza de precios de alimentos por falta de producción interna y dificultades por el contrabando de productos desde Perú, Chile y Argentina, así como la falta de divisas para importar bienes de la canasta familiar.
La situación se ha agravado, es decir que el país se encuentra en una crisis general. Al parecer, todos los males se han juntado en uno solo y, como es sabido, éstos nunca vienen solos, traen consecuencias políticas.
Esta crisis general del Estado Plurinacional, está presente en todas las esferas de la propiedad comunitaria, la política, la ideología y otros aspectos estructurales. Sin embargo, se debe considerar que su origen se encuentra en decisiones gubernamentales que, deliberadamente o no, crearon este estado de cosas, por lo que son responsables de hallar soluciones. Gobiernos anteriores, no consideraron que provocar una crisis de esta naturaleza es sencillo, pero solucionarla demanda decenios y grandes dificultades. Y se observa que en las altas esferas oficialistas se ha percibido la proximidad de una situación más aguda, por lo que habría decidido adquirir una notable cantidad de gases lacrimógenos para defenderse, en caso de emergencia.