viernes, abril 19, 2024
InicioFemeninaPapá ¡Eres grandioso!

Papá ¡Eres grandioso!

Por Valeria Sabater, psicóloga

 

Mi padre no es perfecto, es de carne y huesos, de afecto sincero, de optimismo inoxidable y amor incondicional. Es y ha sido siempre esa persona que ha sabido estar en cada momento, apoyándome, recordándome a diario que merezco alcanzar mis sueños.

Papá, gracias por ser como eres. En este mundo hay “personas faro”, seres que con su luz y su ejemplo actúan como guías, como presencias que inspiran y que mecen para que, en el viaje de la vida, siempre estemos a salvo. Tú eres una de ellas. Y aunque a veces tenemos nuestras diferencias, sigo agradeciendo a diario tus consejos y esa preocupación constante de quien no puede dejar de cuidar lo que más aprecia.

Decía el novelista canadiense Denis Lord que padre no es quien da la vida; padre es quien nutre a sus hijos con amor. Pocas cosas son tan ciertas. Como bien sabemos, la paternidad como la maternidad no la otorga un mismo código genético.

Nada honra más a una persona que saber dar ese afecto incondicional con el que ofrecer al mundo seres seguros de sí mismos, sólidos en emociones, en personalidad, en capacidad para alcanzar sus sueños al sentirse amados por ser como son.

Ser padre es la mayor responsabilidad que tiene un hombre en su vida y en efecto, son muchos los que dan ejemplo. Son infinitos quienes dejan y han dejado una impronta de amor, de coraje y bondad en el corazón de sus hijos para que tracen sus propias vidas el día de mañana teniéndolos como referencia. La paternidad no se ejerce a medias ni en los momentos complicados.

La auténtica paternidad se desarrolla a cada instante de forma completa, en cada palabra dicha, en cada mirada que acoge y que valida. Ser padre no es solo enseñar a un hijo a ser fuerte y valiente. Debemos dejar a un lado esos viejos modelos sobre lo que es maternidad y paternidad. Porque ellos también nutren, también educan en la calidez de los abrazos, en el sendero de las emociones, del cariño y la empatía.

Papá, gracias por darme seguridad y enseñarme a ser libre

Papá, gracias por ser como eres. Gracias por haberme enseñado el valor de ser libre, recordándome la responsabilidad que esto encierra. Con tu ejemplo, descubrí que en el viaje de la vida no valen las prisas. Bien es cierto que hubo un tiempo en que ansiaba correr rápido y apartarme de tu mano, que soñaba con andar a solas y descubrir por mi cuenta lo que el mundo podía ofrecerme.

Tú me diste calma. Tú me susurraste el lenguaje de la prudencia y pusiste raíces en mis pies para recordarme de dónde vengo y dónde está mi hogar. Asimismo, fuiste colocando una pluma cada día hasta darme unas alas fuertes y luminosas para volar libre llegado el momento, demostrándome, que era digno de conseguir mis sueños, fueran los que fueran.

Me inculcaste, además, el valor de la persistencia, de la confianza en mis capacidades y la importancia indispensable de ser buena persona.

Gracias por estar presente en afecto, acción y comprensión

Hay padres presentes, pero ausentes. Hay madres presentes, pero especialistas en frialdad emocional. Como bien sabemos, la crianza y educación no se aprende en los libros ni es algo que se activa de manera natural con el nacimiento de un hijo.

Es una disposición que nace de esa personalidad que ha sanado sus heridas, que no entiende el lenguaje del narcisismo que entiende y sabe que debe ser el mejor ejemplo, ese espejo en el que sus pequeños se reflejarán cada día.

Así que papá, gracias por darme siempre la mejor versión de ti mismo, por hacerme sentir a cada instante que he sido y soy tu prioridad. Te doy las gracias por estar presente de todas las formas posibles. Preocupándote por mí, escuchando mis palabras y sabiendo ir más allá para ilusionarte con mis sueños… Conectando con mis inquietudes.

No puedo olvidar tampoco todas esas veces que has sabido estar dejándolo todo para ser mi ayuda, mi aliado indispensable. Eres ese padre presente que nunca me ha juzgado, que no me ha impuesto sus ideas, sino que me ha alentado a tener las mías y a defenderlas contra viento y marea.

Papá, no eres perfecto, eres de carne y hueso y por eso te quiero

Papá, gracias por no ser perfecto y por no obsesionarte tampoco en que lo fuéramos nosotros, tus hijos. Te queremos así, de carne y hueso, con tus defectos y manías, esas que todos conocemos y aceptamos.

Agradecemos también, que nos permitieras ser falibles, que aceptaras nuestros errores, nuestras particularidades y que nos alentaras a ser un poco mejores cada día, pero sin necesidad de ser perfectos.

Te quiero porque elegiste educarme en amor y no en la severa exigencia. Papá, gracias por recordarme cada día que en esta vida no es necesario ser perfecto, que mi objetivo en este mundo es ser feliz.

Porque todos estamos hechos de defectos, de matices imperfectos, de cicatrices, historias mal resueltas y errores. Eso nos hace valiosos. Y por eso sigo tu ejemplo, por eso serás siempre mi mejor aliado, mis raíces y esa persona infinita con un lugar reservado mi corazón.

Artículo anterior
Artículo siguiente
ARTÍCULOS RELACIONADOS
- Advertisment -

MÁS POPULARES