Experiencias sufridas deben quedar superadas

Como nunca en la historia, los últimos dos años –202l y 2022– han sido de castigo po r las víctimas cobradas por el covid-19 que aún persiste en sobrevivir en muchos países. Millones de víctimas han caído en hospitales, miles han muerto y las pérdidas son cuantiosas, con saldos que todos los países arrastran. Pero no siempre lo pasado deja lecciones y muchas veces nuevas pruebas hacen del planeta su víctima para inferir más daño.
La pandemia provocada por el coronavirus cobró su parte de víctimas, junto con las guerras desatadas por intereses de los que consideran tener poco, cuando lo que poseen es mucho. De esta manera, no hay límites para los males causados. El sufrimiento por las enfermedades y los conflictos armados afecta a millones de seres humanos y deja secuelas que se espera no sigan. Niños, jóvenes, mujeres y ancianos han padecido y sienten que no cabe repetición alguna de su dolor. Nuestro país, aunque no llevó la peor parte, vive remanentes de lo pasado por todos y se espera que su población pueda enfrentar cualquier mal y, a pesar de la pobreza con que se vive, pueda salir airoso de situaciones conflictivas. Las experiencias sufridas deben servir para ingresar a un nuevo año en el que, si hay voluntad y fortaleza, pueda resolver cualquier problema traumático.
Es de esperar que el pueblo, consciente de lo que puede hacer, sabrá aquilatar debidamente las posibilidades y condiciones positivas de instituciones siempre dispuestas a solucionar dificultades. Sin embargo, en todo caso, son las mismas provincias y los pueblos pequeños los que tienen que hacer acopio de sus virtudes para enfrentar los desafíos planteados en el diario vivir. El país no debe estar supeditado a dificultades que será necesario allanar en aras de culminar lo bien que se haya hecho, para atender problemas, contrariedades y contratiempos que surjan de las mismas limitaciones de la población.