Aumentar impuestos no implica ahorro ni austeridad

Periódicamente, ante urgencias financieras que pueda tener el TGN para atender las obligaciones estatales, se anuncia la posibilidad de incrementar impuestos. Es una medida no siempre aconsejable, porque psicológicamente afecta a la población y, en muchos casos, da lugar a preocupaciones sobre la inminencia de tales aumentos en forma inmediata.
En todo caso, si se tratara de elevar tasas impositivas en cualquier rubro de la economía nacional, tendrá que ser una medida adoptada por el Poder Legislativo, en conjunción con el Ejecutivo y previo examen detenido de la situación, porque se entiende que deben terminar los aumentos radicales y por simples decretos dispuestos por algún régimen de facto.
Es delicado para la población, y contraproducente para la actividad productiva, referirse a posibles incrementos de las tasas impositivas: en primer lugar, se provoca la preocupación por la posible inmediatez que pueda tener la medida y sus consecuencias en la economía familiar. Luego, se hace cábalas en las actividades productivas sobre costos de producción, ventas y comercialización, al margen de las escalas que significa el paso por comerciantes mayoristas, minoristas, intermediarios. Todo eso implicaría aumentar costos.
La mayor gravedad radica en que los comerciantes, apenas sepan de incrementos impositivos, hacen cálculos y aplican, “a priori”, nuevos precios a la producción, para concretarlos en cuanto se oficialice el anuncio. Pero, inclusive si no hubo tal anuncio, muchos comerciantes aplican las nuevas tarifas calculadas con anticipación. Estas arbitrariedades son cometidas por comerciantes inescrupulosos que aumentan arbitrariamente sus ingresos y no hay autoridad que ponga freno a semejante abuso.
Es urgente y necesario que el gobierno se abstenga de anuncios previos sobre hechos aún en simples estudios, porque las consecuencias que implican son muy graves.