Ecos del cabildo de Santa Cruz

La congregación de amplios sectores sociales en un acto público denominado cabildo, destinado a hacer conocer sus necesidades sustanciales y reclamar su cumplimiento, es de antigua data y se puede decir que fue una de las formas más elementales y efectivas de organización social que permitió el avance económico, político y cultural. Su carácter siempre fue vinculante.
Los cabildos realizados durante la etapa del coloniaje ibérico constituyeron, efectivamente, el ariete para transformar el régimen colonial a nacional y, al mismo tiempo, pasar del régimen feudal al democrático. Ese procedimiento de expresión política pacífica se practicó con frecuencia durante la vida republicana de Bolivia y mantuvo su vigencia hasta el presente.
Ese recuento histórico, viene a cuento con motivo del cabildo que se realizó hace poco en la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, bajo el emblema de que el siguiente año se realice el censo nacional, con la condición de proceder a un paro general indefinido si no es atendida esa demanda.
Sin embargo, pese a presiones oficiales para que no se realice, el acto alcanzó proporciones extraordinarias y, en particular, pacíficas y, no por ello, menos contundentes, que demostraron que sus objetos eran justos y sus opositores no tenían razón.
El cabildo no se limitó a objetivos manifiestos, sino reveló la pujanza de Santa Cruz y la unidad de todos sus sectores social, pero, en especial, una uniformidad en sus marcos políticos y la necesidad de que se cumplan los anhelos que persigue el departamento oriental. A la vez, el concilio reiteró la línea democrática que sigue esa región y ratificó en sus funciones al Gobernador, cuya política fue confirmada por la práctica.
De otro lado, ese hecho masivo confirmó que sus opositores no tienen clara su visión política respecto a Santa Cruz, cuyos intereses no se limitan a recibir prebendas, sino van mucho más allá, para alcanzar no una democracia recortada, sino la más amplia democracia.