Como remanentes de la pandemia se reavivan o resurgen problemas que se pensó habían sido solucionados, pero, para contrariedad general, parece que la tendencia es que aumenten las dificultades, como es el caso de la pobreza, cuya incidencia es grave en la vida de la población. Para los países que ya tenían muy acentuadas sus condiciones de miseria en algunos casos, y pobreza en general, los remanentes del virus siguen socavando la salud de muchas personas que habrían sufrido con la enfermedad y mucho más con la pérdida de familiares y por tener aún a varios postrados en cama por tardanza en su curación.
No siempre se puede convenir que la capacidad y temple de muchas personas permite sobrellevar los males. Y es que por las tendencias a centuplicarlos crecen y los remedios decrecen, sea por su carencia, por su costo o por la imposibilidad de que sean lo suficientemente efectivos. De todos modos, la ausencia de efectividad se sustituye con la esperanza de que todo pase y se retorne siquiera a una mediana normalidad en que haya paz y se tenga la certeza de que fue anulado el mal.
Por lo expuesto, queda el mensaje hecho prevención y conminatoria: no descuidarse para evitar sorpresas que, en todo lo referido a salud, pueden presentarse en cualquier momento.
Tanto la OPS como la OMS y autoridades de salud del país han prevenido sobre que, al igual que en muchos países, podría sobrevenir un nuevo contraataque del virus y siendo competencia de cada persona el cuidado, lanzan la prevención para la colocación de una cuarta y hasta quinta vacuna.
¿Y los renuentes a las anteriores vacunas (lra, 2da y 3ra) deberán recibirlas? No sería raro que ellos sean los potenciales transmisores de todo lo nuevo que pueda llegar. Si hay o subsisten las órdenes para vacunarse, los renuentes tendrán que acatar las indicaciones y, por supuesto, las autoridades ser exigentes y enérgicas ante los casos de rebeldía irresponsable.