sábado, junio 14, 2025
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El prorroguismo, una crisis que erosiona la institucionalidad

Abraham Coaquira Huancollo

El prorroguismo en la Central Obrera Boliviana (COB), ejemplificado en la prolongación irregular del mandato de Juan Carlos Huarachi desde 2018, constituye una amenaza progresiva para la institucionalidad sindical en Bolivia. La extensión del mandato sin la realización de un congreso ordinario, como exigen los estatutos, vulnera las normas internas y deslegitima la autoridad del dirigente ante las bases y la sociedad. La utilización de ampliados para justificar estas prórrogas carece de legitimidad y socava la confianza en la organización matriz de los trabajadores.
Esta práctica ha generado una desconfianza en los sectores sindicales y sociales, que perciben a la COB como una entidad cada vez más subordinada a los gobiernos de turno, perdiendo su autonomía y representatividad. La dependencia de resoluciones manipuladas para validar mandatos prolongados evidencia una subordinación política que erosiona la independencia histórica de la organización. Esta situación daña la imagen de la COB como un actor crítico y autónomo.
La clara alineación política de la dirigencia actual con el partido de gobierno ha distorsionado la naturaleza del sindicalismo nacional. En lugar de ser un espacio de defensa de los derechos laborales, la COB bajo esta conducción ha adoptado un rol servil, respaldando políticas gubernamentales y desconectándose de las demandas reales de los trabajadores. Este servilismo político desvirtúa la función original de la organización.
La falta de renovación dirigencial y la permanencia prolongada en el poder han provocado una crisis de representación. Organizaciones como la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB) han rechazado el prorroguismo y exigen la convocatoria inmediata a un congreso para elegir nuevas autoridades. La ausencia de procesos democráticos internos fomenta la apatía, la fragmentación y la pérdida de legitimidad en el movimiento obrero.
El resultado de esta situación es la destrucción de la institucionalidad sindical, reflejada en la pérdida de credibilidad y la desmovilización de las bases. La COB, que en otras épocas fue un pilar en la defensa de derechos laborales y sociales, hoy aparece debilitada y cuestionada, incapaz de articular una agenda que responda a las necesidades actuales de los trabajadores y sectores populares.
Este fenómeno no es exclusivo de la COB. Organizaciones sociales y sindicatos agrarios como Tupak Katari, Conamaq y otros podrían enfrentar un destino similar si no mantienen una línea institucional coherente con sus objetivos fundacionales. La falta de renovación, la dependencia política y el distanciamiento de las bases pueden conducir a la pérdida de autonomía y legitimidad, replicando un ciclo de desinstitucionalización y desconfianza.
Desde una perspectiva analítica, la esencia del sindicalismo nacional debería centrarse en la defensa de los derechos de los trabajadores y la justicia social, sin subordinaciones políticas que comprometan su independencia. Cuando las organizaciones se convierten en apéndices del poder, traicionan su misión original y debilitan la lucha social que históricamente han representado.
Es necesario que las organizaciones sindicales y sociales recuperen sus procesos democráticos internos, respeten sus estatutos y promuevan la participación activa de sus bases. Solo así podrían restaurar la confianza y fortalecer su papel como actores legítimos en la defensa de intereses populares, aunque este análisis no implica un respaldo a su proliferación o a su papel político.
La realización periódica de congresos y la renovación de autoridades constituyen prácticas fundamentales para asegurar la gobernabilidad interna y la rendición de cuentas en cualquier organización. La prolongación arbitraria de mandatos suele derivar en la concentración excesiva de poder y abre espacios para conductas poco transparentes, como ha ocurrido en la actual dirigencia de la COB. Independientemente de la valoración sobre el sindicalismo como fenómeno social, el incumplimiento de los procedimientos estatutarios debilita la confianza en la organización y limita su eficacia para representar a sus miembros.
Para prevenir que estas prácticas antidemocráticas y la perpetuación de liderazgos dañen la institucionalidad no solo de la COB sino también de otros organismos sociales y sindicales con roles históricos en Bolivia –como sindicatos universitarios, docentes, estudiantiles, profesionales y de transportistas– es imprescindible promover una renovación basada en la democracia interna, el respeto a los estatutos y la autonomía política.

El autor es Docente de Pregrado UPEA, Profesional de Turismo y Relaciones Internacionales.

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