La inteligencia artificial (IA) ha irrumpido en el mundo del reclutamiento con la promesa de optimizar procesos, reducir costos y mejorar la precisión en la selección de talento. Sin embargo, su implementación no está exenta de desafíos. Si bien la tecnología puede agilizar la identificación de candidatos, es fundamental que las empresas no pierdan de vista el elemento humano en la gestión del talento.
Las herramientas de IA, como los sistemas de seguimiento de candidatos (ATS), chatbots y análisis predictivo, han permitido a las empresas filtrar grandes volúmenes de postulaciones en menor tiempo, asegurando que los perfiles se ajusten mejor a sus necesidades. Además, la automatización de tareas repetitivas en talento humano ha liberado tiempo para que los profesionales se enfoquen en actividades estratégicas. Pero, ¿qué sucede con la dimensión humana de las contrataciones?
Uno de los principales retos es evitar que la IA replique sesgos preexistentes en los procesos de contratación. Si los algoritmos son entrenados con datos sesgados, pueden reforzar patrones discriminatorios en lugar de eliminarlos. Por ello, es imprescindible que las empresas supervisen y auditen continuamente sus herramientas y garanticen que la tecnología promueva la equidad y la diversidad.
Otro punto clave es la evolución del mercado laboral. La IA está transformando las habilidades que las empresas demandan, incrementando la importancia de competencias digitales y analíticas. Esto plantea la necesidad de invertir en reskilling (adquisición de nuevas habilidades para desempeñar un rol diferente en la empresa) y upskilling (mejorar y profundizar las habilidades actuales para desempeñarse de manera más eficiente y tomar un puesto de mayor responsabilidad) para preparar a los trabajadores ante un entorno en constante cambio. No basta con implementar tecnología; también es esencial desarrollar talento que pueda aprovecharla al máximo.
Bolivia y Paraguay aún no cuentan con una regulación específica sobre el uso de IA en la contratación de personal, pero es importante que las empresas nos adelantemos a la normativa y establezcamos principios éticos claros para su aplicación. El apego a políticas de compliance debe ser la base de cualquier estrategia que involucre inteligencia artificial.
El éxito radica en encontrar un equilibrio entre la automatización y la humanización. La IA debe ser una aliada del talento humano, no un sustituto. Las entrevistas, evaluaciones culturales y la experiencia del candidato siguen requiriendo un enfoque empático y personalizado, si queremos generar una sociedad donde predomine un clima laboral equilibrado, que priorice por igual el crecimiento de las empresas como el desarrollo de los trabajadores.
La tecnología puede optimizar el proceso, pero la decisión final debe considerar no solo datos, sino también valores, emociones y el potencial de cada persona.
La inteligencia artificial ha llegado para quedarse en la gestión del talento. Su uso adecuado puede generar eficiencia y precisión, pero su éxito dependerá de cómo las empresas integren estas herramientas sin perder de vista lo más importante: promover el equilibrio entre el desarrollo empresarial responsable y el bienestar social.
La autora es gerente general de BM Group.