El 25 de mayo de 1809 marcó el punto de partida de ese camino a la libertad del que era por entonces Alto Perú. Ese día el Primer Grito Libertario que se produjo en Sudamérica tuvo lugar en Chuquisaca.
El 25 de mayo es importante porque comienza la lucha de un pueblo para construir una Patria con justicia y libertad. Lucha que se acerca o se aleja del ideal, según sea la actitud cotidiana de los hombres que forman un país.
A las sublevaciones y los alzamientos indios, que exteriorizaban el descontento de los hijos de esta tierra, siguió la insurgencia de los primeros entre los americanos que, consciente y con meditación pensaban en procedimientos sutiles y prácticos, ya que un levantamiento más radical podía terminar en derrota y humillación, en escarmiento y muerte, sin beneficio alguno para la causa de la emancipación.
De Chuquisaca, cuna de la libertad, sede de la Universidad Real y Pontificia de San Francisco Xavier, establecida en Charcas en el Siglo XVII, surge la iniciativa y da el peligroso ejemplo, levantándose encabezada por los doctores de Charcas, ex alumnos de la Academia Carolina y los estudiantes, aquella juventud rebelde del famoso centro académico.
La insurrección, sin más recurso que el entusiasmo de sus promotores y quienes los seguían, sin ayuda externa ni el apoyo de otros distritos, estalló bulliciosa y potente: ¡Viva Fernando VII! ¡Viva la libertad! ¡Abajo el mal gobierno!
Esta insurrección buscaba hacer ver que las colonias de América quedaban libres porque pertenecían a la persona del rey y éste se hallaba preso. Los vítores, entonces, eran parte de una hábil estratagema y, simplemente, la manera más factible de comenzar la insurrección, enarbolando una argumentación de tipo jurídico.
Los patriotas encabezados por los hermanos Zudáñez, José Mariano Serrano, Bernardo Monteagudo, José Joaquín de Lemoine que se encargó de la custodia del presidente de la Audiencia y otros, sabían muy bien lo que hacían.
El gobernador intendente de Potosí, Francisco de Paula Sanz que apoyaba a Pizarro, intentó aplastar la insurrección, fue detenido por los propios miembros de la audiencia, los oidores cómplices involuntarios del complot independentista que le conminaron a retornar a su lugar de origen.
Pocos meses después Chuquisaca fue sometida a la autoridad del mariscal español Vicente Nieto. Así quedó por algún tiempo, gobernada por el grupo de los Oidores hasta que los sucesos posteriores sacaron a éstos de su error, aunque un poco tarde, pues el éxito inicial y la propia fortaleza del movimiento hizo comprender al pueblo que podía seguir luchando porque suya era la razón que lo llevaba a reclamar su libertad. Aunque la independencia de la Patria era por entonces nada más que un ideal, un simple sueño difícil de lograr, la rebelión había empezado a caminar y nadie la detendría.
La revolución de Chuquisaca fue el Primer Grito Libertario de América y la chispa que encendió la lucha por la libertad.