Uno de los problemas estructurales del país sigue siendo el contrabando, que, como lo hizo antes, amenaza a la industria y a las fuentes de trabajo, inclusive a sectores productivos que, con esfuerzo y denuedo, empezaban a abrirse paso en los mercados internacionales. Por otra parte, el contrabando se intensifica por las variaciones en el precio del dólar, problema que es notorio en las zonas fronterizas con países vecinos. Como consecuencia, aumenta el ingreso de mercaderías por lugares como Desaguadero, Pocitos-Yacuiba, Bermejo, Villazón y Boyuibe.
A pesar de la movilización de agentes aduaneros a los lugares de tránsito de mercadería, no son suficientes, por lo que un país como el nuestro, es como un “paraíso” del contrabando. Poco se puede esperar de la acción de vigilancia y control si los comerciantes “mayoristas” movilizan a cientos de personas que traen a mano productos de contrabando y cuyas ganancias están en relación directa con el número de viajes que realizan, mientras los depósitos son abarrotados para una posterior distribución de productos al interior del país. Al parecer es muy difícil oponerse a este comercio ilegal.
El país no cuenta con procedimientos ni mecanismos efectivos contra el contrabando, pese a pomposas y costosas reformas hechas durante varios gobiernos. Si bien el contrabando está tipificado como delito y sancionado con años de cárcel, los involucrados eluden esa disposición recurriendo a la corrupción judicial.
En vista de tal situación, la represión al contrabando no ha alcanzado los niveles esperados. Así lo demuestran los casos de internación ilegal de alimentos, artefactos electrónicos, ropa usada, automotores, etc. Por ello los contrabandistas, organizados en verdaderas bandas, se imponen en confrontaciones con las fuerzas policiales y hasta militares, lo cual es inaceptable. Así ha sucedido en zonas donde hasta los pobladores salen en defensa de los contrabandistas, agrediendo al personal de control.
Mediante investigaciones sobre el tema, se ha conocido varias zonas fronterizas donde se ha identificado depósitos de mercadería ilegal, pero resulta difícil hacer allanamientos, debido a la mencionada protección poblacional y al empleo de argucias judiciales. La “guerra avisada” y otros imponderables dan tiempo suficiente a los contrabandistas para poner a buen recaudo sus mercaderías. Por todo ello, el contrabando solo cederá cuando haya una verdadera voluntad política para hacer cumplir las leyes y apoyar a la industria nacional, cuyo debilitamiento significa pérdida de numerosos empleos.
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