Pelé, «O’ Rei», ahora es una leyenda indeleble del fútbol, del deporte y de la humanidad; no solo por su calidad incomparable como jugador, que lo hace el mejor de todos los tiempos, si no por su integridad como ser humano, que lo inscribe en el código de ética deportiva.
De Edson Arantes Do Nascimento, jamás se supo que haya tenido que recurrir a las drogas o a cualquier tipo de químicos para incrementar su potencia o inspiración en la cancha.
Por esa razón, la leyenda del Santos fue nombrado embajador de las Naciones Unidas en 1977, y hasta le entregaron la distinción de «Ciudadano del Mundo» por parte de la ONU.
Como deportista deleitó en tierras bolivianas cinco veces, su primer partido fue en 1962, cuando el equipo paulista derrotó en La Paz a Municipal por 4-3. Después, en 1971 vino y jugó cuatro amistosos: enfrentó a la selección de Cochabamba (3-2), Bolívar (4-0), Oriente Petrolero (4-3) y The Strongest (2-1). En 1959, el flamante campeón del mundo y la sensación de Suecia 58, participó con Brasil en la Copa América de ese año disputada en Buenos Aires que ganó Argentina, con los brasileños como subcampeones. El 21 de marzo de 1959 se enfrentaron Bolivia y Brasil en el estadio de River Plate (4 a 2 a favor de Brasil).
En 1992, fue la última vez que Pelé llegó a Bolivia, pero esta vez, como embajador de Naciones Unidas. Con el esplendor de un monarca, dirigió un mensaje a la juventud boliviana, recomendando que «lo más importante en la vida de un ser humano es el amor», «lo que quieran hacer, háganlo con amor, con respeto a ustedes mismos y con dedicación, solo así se puede llegar a ser grande «, dijo.
Y con su paso, inspiró a muchos futbolistas, que años después trataron de emularlo, tanto dentro como fuera de la cancha.
GHILKA SANABRIA