En el Día Internacional de la Enfermería, este sector de salud recuerda el comienzo de la pandemia del covid-19 y el miedo que pasó ante una enfermedad desconocida hasta el momento del brote en China (2019).
Con seguridad, nadie se imaginó que tendríamos que enfrentar este mortal virus, que se expandió con una velocidad increíble, llevándose por delante a millones de personas que fallecieron a consecuencia de esta pandemia que sorprendió al mundo entero, el sistema de salud en todos los confines del planeta no tenía el porte y capacidad para hacer frente a esta nueva peste que se presentó luego de muchos siglos de otras similares que también diezmaron gran parte de la población.
Nadie estaba preparado para hacer frente a este virus, que corrió por el mundo, como reguero de pólvora. Nuestra pesadilla en Bolivia empezó con la llegada de una connacional desde Italia.
La pandemia producida por el SARS-Cov2 ha supuesto un antes y un después, en la vida personal y laboral de los profesionales de Salud, al personal de enfermería le tocó protagonizar un papel crucial, a propósito de recordar su día en cada 12 de mayo.
Las enfermeras especialistas en Terapia Intensiva, tuvimos que convivir peligrosamente, con el covid-19 durante los casi dos años, protegiéndonos de contagiarnos con las gotas de la tos, los estornudos u otros fluidos corporales de los pacientes infectados y de las superficies contaminadas, soportando el calor de los equipos de protección personal, adaptados de acuerdo con los recursos de cada seguro, pijama de dos piezas, mameluco impermeables, doble guante, respiradores y gorro protector, muy incómodos, por lo que teníamos que aguantar el hambre o la necesidad de ir al baño, existiendo además, la probabilidad de contagiarnos al quitárnoslo, cosa que generalmente lo hacíamos solo al momento de salir del turno de seis horas o en la mayoría de 12 horas, durante las 24 horas ininterrumpidas del Servicio de Terapia Intensiva exclusiva para covid-19, relató Gladys Mendoza Canaviri, magister en Terapia Intensiva.
Cuando llegó el primer paciente, generó mucho temor en el personal de enfermería, y por supuesto cierto nerviosismo. Debemos destacar la actitud de servicio de las profesionales enfermeras, el manejo de sentimientos encontrados y la capacidad de hacer frente a la sensación de miedo e incertidumbre no solo propia, sino también la manifestada por los médicos, pacientes, como también sus familiares.
Cuando terminaban los turnos, retornábamos a casa con mucho temor, pensábamos en la familia y el peligro que corríamos los profesionales de salud de un posible contagio, lo único era pedir a Dios que nos proteja, rememoró Mendoza.
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