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Nutrición

Crecer bien alimentado



Una dieta equilibrada que aporte los distintos nutrientes es indispensable para un óptimo crecimiento.

En la cucharada con que una madre o un padre alimenta a un niño pequeño, la comida es amor. En el banquete en el que una familia cocina para celebrar la mayoría de edad de un niño, la comida es comunidad. En los gritos y risas de los adolescentes que comparten refrigerios después de la escuela, la comida es alegría. Y para todos los niños y los jóvenes de todo el mundo, la comida es la representación de la vida, un derecho fundamental y la base de una nutrición sana y un desarrollo físico y mental sólido.

Estos conceptos sobre nutrición corresponden a la Organización Mundial de la Salud que recomienda algunos tips para una alimentación adecuada desde la infancia.

Según la OMS, la transición de la lactancia exclusivamente materna a la alimentación complementaria abarca generalmente el periodo que va de los 6 a los 18 a 24 meses de edad, y es una fase de gran vulnerabilidad, cuando para muchos niños empieza la malnutrición, y de las que más contribuye a la alta prevalencia de la malnutrición en los menores de 5 años de todo el mundo. La OMS calcula que en los países de ingresos bajos dos de cada cinco niños tienen retraso del crecimiento.

Alimentación complementaria

La alimentación complementaria debe introducirse en el momento adecuado, lo cual significa que todos los niños deben empezar a recibir otros alimentos, además de la leche materna, a partir de los 6 meses de vida. La alimentación complementaria debe ser suficiente, lo cual significa que los alimentos deben tener una consistencia y variedad adecuadas, y administrarse en cantidades apropiadas y con una frecuencia conveniente que permita cubrir las necesidades nutricionales del niño en crecimiento, sin abandonar la lactancia materna.

Los alimentos deben prepararse y administrarse en condiciones seguras, es decir, reduciendo al mínimo el riesgo de contaminación por microorganismos patógenos. Además, deben administrarse de forma apropiada, lo cual significa que deben tener una textura adecuada para la edad del niño y administrarse de forma que respondan a su demanda, de conformidad con los principios de la atención psicosocial.

La adecuación de la alimentación complementaria (en términos de tiempo, suficiencia, seguridad y adaptación) depende no solo de la disponibilidad de alimentos variados en el hogar, sino también de las prácticas de alimentación de los cuidadores. La alimentación del niño pequeño requiere cuidados y estimulación activa, que su cuidador responda a los signos de hambre que manifieste el niño y que lo estimule para que coma. A esto se le llama alimentación activa.

La OMS recomienda que los lactantes empiecen a recibir alimentos complementarios a los 6 meses, primero unas dos o tres veces al día entre los 6 y los 8 meses, y después, entre los 9 a 11 meses y los 12 a 24 meses, unas tres o cuatro veces al día, añadiéndoles aperitivos nutritivos una o dos veces al día, según se desee.

Un resumen ejecutivo de la OMS señala que, en el siglo XXI, la malnutrición infantil debe entenderse como parte de un contexto en el que se producen cambios muy rápidos, como el crecimiento de las poblaciones urbanas y la globalización de los sistemas alimentarios, y que está dando lugar a un aumento de la disponibilidad de alimentos ricos en calorías, pero pobres en nutrientes.

La malnutrición perjudica profundamente el crecimiento y el desarrollo de los niños. Si no tenemos en cuenta este problema, los niños y las sociedades tendrán dificultades para alcanzar su pleno potencial. Este desafío sólo puede superarse abordando la malnutrición en todas las etapas de la vida del niño y dando prioridad a las necesidades nutricionales específicas de los niños en los sistemas alimentarios y en los sistemas de apoyo de salud, agua y saneamiento, educación y protección social.

En consecuencia, un niño que ha aprendido a comer correctamente durante su infancia y adolescencia tendrá más probabilidades de seguir, en la edad adulta, una dieta sana y equilibrada y esta conducta es, sin duda, la mejor herramienta de prevención de muchos trastornos y enfermedades.

Pautas educacionales

Marcar un horario en la alimentación diaria es muy útil para que las digestiones se realicen de forma pausada, correcta y regular. También ayuda a prevenir una ingesta calórica excesiva y, por tanto, reduce el riesgo de obesidad. Es importante para el adolescente acostumbrarse a comer siempre a la misma hora. Con ello conseguiremos sincronizar ritmos circadianos digestivos y metabólicos.

Una dieta equilibrada en la que el aporte de los distintos nutrientes respete las proporciones adecuadas es indispensable para un óptimo crecimiento y para el mantenimiento de la salud. Además, es imprescindible que la dieta sea variada y que se acerque en la medida de lo posible al patrón de la dieta mediterránea.

¿Qué alimentos forman la dieta mediterránea?

1. Aceite de oliva

Es el aceite por excelencia de la cocina mediterránea y es rico en vitamina E, beta-carotenos y ácidos grasos monoinsaturados que le confieren propiedades cardioprotectoras.

2. Alimentos de origen vegetal

Las verduras, hortalizas, frutas, legumbres y frutos secos son la principal fuente de vitaminas, minerales y fibra dentro de la dieta mediterránea. Gracias a su contenido elevado en antioxidantes pueden contribuir a prevenir, entre otras, algunas enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.

3. Cereales

El consumo diario de pan y alimentos procedentes de cereales, como la pasta o el arroz, es indispensable por su composición rica en carbohidratos. Estos alimentos proporcionan una parte importante de energía necesaria para las actividades diarias. La mejor elección es optar por los productos integrales, que aportan más fibra.

4. Productos lácteos

Los productos lácteos son excelentes fuentes de proteínas de alto valor biológico, minerales (calcio, fósforo, etc) y vitaminas. Por esa razón, se recomienda consumir yogures y queso a diario.

5. Carne fresca

La carne fresca destaca por ser una fuente importante de proteínas de alto valor biológico, es decir, que las proteínas que contiene son las más aprovechables por el cuerpo al contener un mayor número de aminoácidos esenciales. En general, la carne también contiene vitaminas y minerales. Es una buena fuente de vitamina B12, hierro, potasio, fósforo y zinc. Se recomienda un consumo de 3 a 4 raciones de carne a la semana, siempre dando prioridad a las piezas magras y formando parte de platos a base de verduras y cereales. Este tipo de carne es por ejemplo el pollo o el pavo, por lo que conviene tomar dos raciones a la semana

6. Huevos

Aunque en los últimos años se había asociado el consumo de huevos con el colesterol, lo cierto es que el consumo de un huevo diario es compatible con una dieta cardiosaludable. Los huevos contienen proteínas de muy buena calidad, grasas y muchas vitaminas y minerales que los convierten en un alimento con bajo contenido calórico y equilibrado en grasas. Es una gran fuente de proteínas de alta calidad, así como de una amplia gama de vitaminas y minerales.

7. Pescado

Se recomienda el consumo de pescado azul como mínimo una o dos veces a la semana ya que sus grasas tienen propiedades muy parecidas a las grasas de origen vegetal a las que se les atribuyen propiedades protectoras frente enfermedades cardiovasculares.

8. Agua

El agua es la bebida por excelencia en el Mediterráneo. Debe garantizarse el aporte diario de entre 1,5 y 2 litros de agua para una correcta hidratación y mantener así un buen equilibrio corporal. Si bien, las necesidades varían según la edad, el nivel de actividad física y las condiciones climáticas.

Productos frescos y ecológicos

Los alimentos poco procesados, frescos y de temporada son los más adecuados. Es importante aprovechar los productos de temporada ya que, sobre todo en el caso de las frutas y verduras, nos permite consumirlas en su mejor momento, tanto a nivel de aportación de nutrientes como por su aroma y sabor. Y dentro de la elección, la alimentación ecológica, gana cada vez más adeptos y una de las principales razones de optar por este tipo de alimentos es por su calidad y su sabor. En la producción de alimentos ecológicos no se emplean sustancias químicas y no se utilizan organismos modificados genéticamente. Esto garantiza que los alimentos conserven sus propiedades nutritivas y de mayor calidad.

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