Publicidad

    



[Marcelo Chinche]

Estética corporal: ¿obsesión o necesidad?


Durante algún tiempo rehuí abordar el tema de la estética corporal, dadas las múltiples connotaciones que ella encierra. Su popularidad alcanzada, el empoderamiento social de la salud; el desarrollo inusitado de múltiples recursos biotecnológicos y la proliferación de clínicas y métodos, constituyen derivaciones de una creciente presión obcecada por alcanzar “estándares de belleza” impuestas por una sociedad que valora e impulsa la satisfacción de la vanidad y la beldad del cuerpo que se ha convertido en el depositario del imaginario cultural aclamado, pero también comercial.

Es atractivo y al mismo tiempo polémico, referirnos a la maestría ingeniosa de la cirugía estética, dejando establecido que ello requiere y exige un amplio conocimiento científico de reglas y métodos para desempeñar con idoneidad y profesionalismo roles en el interior de un pabellón quirúrgico, donde tienen lugar representaciones cotidianas de los mayores dramas humanos vividos y desarrollados en esa exclusiva intimidad.

La autonomía personal queda avasallada por la irrefrenable búsqueda de una nueva identidad que, por un lado, supere la estigmatización de rasgos fisonómicos familiares no deseables y, por otro, la insatisfacción con la propia imagen corporal que ocasiona baja autoestima.

De acuerdo con el género, son las mujeres quienes frecuentemente acuden al quirófano para alterar sustancialmente su cuerpo, en respuesta a presiones socioculturales, que alientan la necesidad de contar con un cuerpo bello, para reforzar su personalidad e identidad acordes a estándares e imposiciones mediáticas determinadas; sin descartar -claro está- las visiones erróneas de afianzar conceptos de poder cifrados en la banal belleza y las tendencias de la moda. Ello podría explicar la pesadumbre individual de ocultar o quitar mínimos defectos físicos a través de intervenciones quirúrgicas estéticas, ante aquello que les genera displacer.

Sin duda, estos centros de estética se han convertido en espacios donde la vida y la muerte, el dolor, el sufrimiento, la desesperanza, la risa y la comedia, a veces, son entreveradas -como siempre- en su interminable lucha, pero siempre renovada, en un acto único y original, para bien o para mal. Y continúan brindando sus servicios, con un elenco –sea de día o de noche-, al que le corresponde presentar la función.

Queda claro que, en esa irrefrenable carrera por alcanzar la perfección de la belleza corporal, la decisión final está en manos del paciente que somete su cuerpo al bisturí para esculpir en ella ciertos patrones de la moda, pero también debe estar consciente de los riesgos latentes y hasta incluso la fatalidad que pudiera emerger en esa búsqueda de la magnificencia. Es precisamente el bisturí la herramienta que, en manos expertas e idóneas, suele disecar, liberar, dar vida o, a veces, terminar sin desearlo con ella, pues nadie obra de mala fe.

La belleza está en la armonía. Tal aseveración puede ser discutible, pero también es sustentable. Armonía y belleza no son accesorios del orden ni esclavas de las proporciones resplandecientes, pues podemos apreciar belleza en el desorden en tanto éste respete la armonía de su entorno. Al margen de esta discusión, valdría la pena volcar nuestra preocupación hacia una sociedad que primero genera insatisfacción corporal por la presencia de estereotipos idealizantes de belleza y luego, abruptamente, promueve la operación como solución a ese problema cultural.

De ahí que antes de embarcarse hacia una aventura quirúrgica que pretende normalizar las operaciones cosméticas de ajuste, remoción y recomposición de todo aquello que impide ver la belleza, resulte preferible aprender a mirar por debajo de la piel, valorando la belleza del Ser y de la vida; teniendo presente que la cirugía crea belleza en la medida que logra establecer la armonía perdida.

El autor es MGR. Docente e investigador Universidad Mayor de San Simón (UMSS), Cbba.

 
Revistas
  • 8
  • 7
  • 6
  • 4
  • 3

Más información

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

EL DIARIO
Decano de la Prensa Nacional
Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa y la Asociación Nacional de Prensa.

Dirección:

Antonio Carrasco Guzmán
Presidente del Consejo de Administración

Jorge Carrasco Guzmán
Gerente General

Rodrigo Ticona Espinoza
Jefe de Redacción

"La prensa hace luz en las tinieblas
y todo cuanto existe de progreso en el mundo
se debe a su inagotable labor"...

JOSÉ CARRASCO


Publicidad
Portada de HOY

JPG (736 Kb)      |       PDF (440 Kb)



Caricatura



Publicidad