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En el infierno del transporte público

Imposible hacer “borrón y cuenta nueva” con el servicio del transporte público sindicalizado en las ciudades de Bolivia. Uno de los grandes desafíos para las políticas públicas es transformar estos trabajos informales. Uno de los mayores retos es incluir a los choferes existentes al proceso de modernización, pero se oponen al recambio, quizás, mediante medidas específicas de formalización empresarial y laboral se pueda impulsar la transformación del sector, caso contrario los procesos serán socialmente insostenibles.


 GALERÍA(3)

Los arquitectos urbanistas de la ciudad, ni siquiera se animan a sugerir sobre un ordenamiento vehicular del tráfico y menos cómo superar el pésimo servicio del servicios de sindicalizados y en realidad el paceño duerme con quien le maltrata todos los días y es más que tolerante.

La alcaldía amplía calles, hace viaductos e intentar dar mayores facilidades a los vehículos para que los ciudadanos se trasladen lo más rápido posible de un lado para otro, que los escolares lleguen a tiempo a sus clases, pero hay siempre una mosca en la torta que descompagina en el andamiaje de los ciudadanos, los choferes.

Por las mañanas sufrimos a la hora de ir al trabajar y aún más si dependemos del transporte público, entonces nadie garantiza nada.

El primer drama a sortear es la fila que efectivamente la debes hacer, a continuación si es que encuentras espacio que con suerte lo puede hacer en minutos o quizás más tiempo del necesario. Sigues, de repente y lo más probable te toque un asiento como para equilibrista y además tiene que ser ahora contorsionista, en caso de pasar al fondo de los asientos de minibuses.

Es una parte del problema, sigamos…en el trayecto o ruta, debes bandearte las serie de semáforos (obligado), las trancaderas y algo mejor el no respeto al rojo, ya que bloquean las calles de interjección a propósito, perjudicando a la otra vía como diciendo “hay me pescó en rojo” ahorita desbloqueo la calle o algo mejor “no recorre el de adelante” y esto hacen a propósito de los choferes sindicalizados en pleno centro de la ciudad.

Aferrado al asiento, sagradamente debes observar la lucha que libran los choferes para que nuevos pasajeros suban a sus vehículos ya repletos y para el colmo “iré paradito o sino la oferta puede ir paradito”, lo que significa la incomodidad a los ciudadanos de los asientos de adelante y algo peor quita la visibilidad a los pasajeros de atrás que al final quedan a ciegas de donde bajar.

El uso de bocinas, los gritos, ruido de motores, los frenazos, el humo de los escapes, los circense y malabaristas en las esquinas que perjudican el tráfico y peatones, el que vende chicles, higiénicos, helados, bolos, maní y otros productos en medio de la calle o avenida…es como estar en el infierno.

Para consuelo de los paceños y del interior del país, también esta vivencia la sufren cada día, miles y millones de usuarios del transporte público en las ciudades latinoamericanas.

Pues los paceños y también seguramente en otras situaciones, los paceños le dedican al transporte público por lo bajo tres horas diarias, multiplique, semanas, meses y año de su tiempo, tomando en cuenta dos pasajes en ir y volver a su fuente de trabajo, el caso cambia si asumes cuatro pasajes, algo peor si es más, como que hay casos que deben tomar hasta cuatro pasajes…en resumen los choferes deberían ser nuestros aliados, socios, pero resultan que son los “enemigos”.

Entre medio, los sistemas de comunicación suelen pintar a los trabajadores del sector como unos desconsiderados, sucios, malcriados, irrespetuosos, peligrosos, quizás en algunos casos sean exageraciones

EL OTRO INFIERNO

Sin duda alguna y no podemos ocultar, los choferes en general viven también un mundo aparte, porque saben que tienen que sortear el otro infierno de la informalidad laboral.

En el país, el transporte público se auto organiza en diferentes estructuras laborales informales, como los sindicatos o las asociaciones de rutas, que agrupan docenas de pequeños operadores individuales y en algunos casos empleados.

Siendo informales, los trabajadores del sector no cuentan con protección social completa. Tampoco cuentan con horarios de trabajo establecidos y trabajan hasta 15-17 horas al día y un sector duerme en el asiento con suerte en parqueo privado o caso contrario parqueo en la calle, podrá observar que de asiento tiene una frazada los choferes justamente para ese fin.

DUERMEN POCO

Los ingresos económicos de los choferes propietarios de los vehículos y asalariados informales, depende directamente de la cantidad de pasajeros que logran transportar en un día.

La mayoría de los choferes del sector son pobres, especialmente los asalariados. Entonces para acumular un ingreso económico aceptable al final de su jornada de trabajo, el chofer debe corretear, no respeta señalizaciones, rellena al exceso su vehículo, y desprecia los tramos menos rentables de las diferentes rutas.

Lo que se dice de ellos son realidades, pero también el transportista trabaja, y trabaja de acuerdo a las reglas que le impone su informalidad laboral.

La formalización laboral y estable del sector es una necesidad, tanto para el trabajador del transporte público como para la ciudadanía en general que padece del servicio, cada día, de las consecuencias de esta informalidad, pero ahora entiendo que mi infierno también es el suyo…esquina maestro…maaaaaaaestro bajo en la esquina...

“TOLERAR

EL TRANSPORTE PÚBLICO

POR NECESIDAD”

En ciudades latinoamericanas, incluida La Paz, Cochabamba, Santa Cruz e incluso Oruro, el transporte es cada vez es más caro y van en aumento las distancias por la creación de nuevos barrios, el tiempo promedio de un viaje diario en un solo sentido es de hora y media, dos y algo más, tomando en cuenta el uso de varios medios de transporte para llegar a destino y pagar encima por cada uno los trameajes diarios, impuesto por los choferes, es más que comprensible la intolerancia de los ciudadanos en contra de los choferes.

Esto ocurre debido a que el parque automotor sindicalizado creció y eclosionó las vías sin medida ni clemencia y no tiene control alguno, sume a eso, la compra de vehículos nuevos y medio uso en contraste al aumento de la población, las pocas vías que existen en la ciudad de La Paz y en otras ciudades mencionadas.

EL DRAMA DE LA CONGESTIÓN

La congestión que provocan los mismos sindicalizados impide cada vez más la movilidad del usuario de un lado para otro. Los vehículos disminuyen aún más para el usuario de transporte público, ya que giran menos en sus rutas y llegado el momento desaparecen a cierta hora y se concentran en distancias más cortas como del estadio a Villa Copacabana, San Antonio o de San Francisco a Cristo Rey o la Landaeta entre algunos y esto es real. Se deduce que la misma alcaldía autorizó estos tramos o ¿qué?

Esto ocurre cuando las rutas de transporte pueden generalmente coincidir con las arterias de más alto flujo, por ejemplo al caer la tarde y noche. La congestión también se debe a quienes adquieren vehículos nuevos, a medio uso.

En definitiva los costos de trasladarse de un barrio a otro o siquiera al centro resulta económicamente alto, justamente por trameajes y los factores mencionados.

La viabilidad del transporte público es particularmente importante, para la ciudad de La Paz y El Alto por sus empinados barrios, y es dominado por los minibuses y radiotaxis, provocando un aumento marcado de congestión en las calles y avenidas.

No hay posibilidades de resolver este problema mediante una gestión específica del derecho a vía del transporte público, ya que contamos con pocas calles y estrechas y lo que en su momento se dijo que los sindicalizados llenarían las vías, ocurrió, y ahora entre ellos se perjudican, ya que se trancan en las calles y avenidas.

USO Y ABUSO

Las perspectivas de mejoramiento del servicio público hacia el usuario son paupérrimas, pese a los compromisos de los choferes sindicalizados que en teoría dicen sí, pero que en la práctica no cumplen y es la lucha permanente de las autoridades con un sector mal visto por los usuarios que deben tolerar por necesidad el uso y abuso de los choferes.

La Paz, sufre proporcionalmente en la congestión de vehículos en sus vías, el tiempo de viaje aumenta en distancias cortas con relación con al tamaño de la ciudad y a que el aumento del número de vehículos se incrementó desproporcionadamente en ciertos lugares de la ciudad, especialmente en la zona céntrica y ahora en varios barrios de la ciudad.

El tráfico en las ciudades de Bolivia, es algo que todos padecemos diariamente, y La Paz debe ser una de las ciudades con tráfico más lento de la región, sentimos que el tráfico está en permanente situación de crisis, pero tampoco hacemos nada para cambiar la situación. En algo alivió el transporte público municipal con excelente atención o quizás el teleférico estatal que es un tanto más caro.

QUITA CALIDAD DE VIDA

El tráfico vehicular es algo que afecta la productividad, calidad de vida y hasta la salud de las personas, la congestión vehicular genera estrés, les quita calidad de vida y mucha gente prefiere caminar, evitando el mal servicio de los sindicalizados, entre ellos radiotaxis y taxis que están a la pesca de aprovecharse del usuario con sus tarifas elevadísimas y abusivas, siendo que el municipio hace su máxime esfuerzo por controlar. Para el colmo la policía boicotea a la alcaldía, que “tiene instrucciones del gobierno de no brindar mucha ayuda, en una decisión política de perjuicio a los ciudadanos paceños y no les importa a los “políticos oficialistas”, ya los vimos con la expulsión de loteadores en la ciudad.

CALLEJÓN SIN SALIDA

“No hay una medida que por sí sola solucione el problema del tráfico vehicular, sino un amplio menú.” Mientras que las quejas se quedan en las calles y avenidas, no en acciones concretas para solucionar el problema. ¿Hasta qué punto vamos a tolerar la situación actual?

 
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