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Desastres naturales por falta de previsión y planeamiento

Einar Ayala Winkelmann

Hacemos referencia a las enormes pérdidas materiales y vidas humanas ocasionadas por eventos o fenómenos naturales, como terremotos, inundaciones, tsunamis, deslizamientos de tierra, y otros.

De acuerdo con la United Nations Office for Disaster Risk Reduction (UNISDR), los desastres no son naturales, sino el resultado de las omisiones y la falta de prevención y planificación ante los fenómenos de la naturaleza. Desde esta perspectiva, los desastres no suelen ser naturales, pues mientras que los fenómenos son naturales, los desastres se presentan por la acción del hombre en su entorno.

Los fenómenos naturales, como lluvia, terremotos, huracanes o el viento, se convierten en desastres cuando superan un límite de normalidad, medido generalmente a través de un parámetro. Éste varía, dependiendo del tipo de fenómeno, pudiendo ser el de Magnitud de Momento Sísmico (Mw), la escala de Richter, la escala Saffir-Simpson para huracanes, etc. Los efectos de un desastre pueden amplificarse debido a una mala planificación de los asentamientos humanos, falta de medidas de seguridad, de planes de emergencia y sistemas de alerta…

Por otra parte, algunos desastres son causados únicamente por las actividades humanas. Algunos de éstos son: la contaminación del medio ambiente, la explotación irracional de los recursos naturales renovables, como los bosques y el suelo, y no renovables, como los minerales; también la construcción de viviendas y edificaciones en zonas de alto riesgo.

La actividad humana en áreas con alta probabilidad de desastres se la conoce como de alto riesgo. Zonas de alto riesgo, sin instrumentación ni medidas apropiadas para responder al desastre o reducir sus efectos negativos, son conocidas como zonas de alta vulnerabilidad. Ante la falta de capacidad institucional para reducir el riesgo colectivo de desastres, éstos pueden desencadenar otros eventos que reducirán la posibilidad de sobrevivencia, debido a carencias en la planificación y en las medidas de seguridad.

Podemos percibir, con cierta impotencia, cómo se va destruyendo y van desapareciendo unidades educativas, hospitales, viviendas, puentes, plataformas, lo que directamente deja aisladas a poblaciones enteras, que, lógicamente, quedarán en un corto tiempo sin insumos de alimentos y medicamentos, lo que por lógica incrementará la tragedia de nuestros hermanos.

Por todo esto, las autoridades deben realizar una verdadera planificación anticipada, para poder frenar o, en su caso, prevenir estos desastres que tienen en vilo a nuestra ciudadanía, los mismos que causan dolor y luto, presentándose año tras año, sin que se vislumbre una verdadera solución, de índole estructural.

Cuando ocurren estas catástrofes, solamente percibimos corazones solidarios, corazones de oro, tratando de paliar los desastres ocasionados, especialmente por las crecidas de ríos. Tales hechos ocurren, reiteramos, por falta de verdaderas políticas de Estado. Debemos reflexionar al respecto y encontrar soluciones verdaderas, por el bien de nuestra ciudadanía boliviana.

 
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