[Harold Olmos]

Registro

Alertas tempranas


El nivel de las aguas del Titicaca disminuyó tres metros en 40 años; sólo en la región del Chaco cruceño hay medio millón de reses en riesgo de morir por falta de agua; el agro de Santa Cruz ha perdido ya 120 millones de dólares, la ganadería beniana también está devastada por la sequía. El norte, el centro y el occidente también sufren por las inclemencias del clima. En breve, más de un tercio de todos los municipios del país está en apronte ante el peligro de calamidades mayores. El mensaje es claro: este año va a quedar como uno de los más calientes desde que hay registros estadísticos y es difícil asegurar que el fenómeno no aterrizará con furia en las mesas bolivianas.

La vida cotidiana del país, entretanto, no luce afectada y la reacción de las autoridades nacionales tampoco parece a la altura de la emergencia. Todo el mundo parece mirar lejos de donde debería estar el foco de la atención nacional. Las crisis de las naciones demoran en madurar y cuando se forja una unanimidad para combatirlas o cuando los diques que las contienen se rompen, es, por lo general, muy tarde.

La que llevó al fúnebre “Bolivia se nos muere”, pronunciado por Víctor Paz Estenssoro el 29 de agosto de 1985, se gestaba desde hacía más de un quinquenio y cuando estalló tuvo la fuerza de un huracán que arrasó con lo que encontró a su paso. Una mirada fugaz al pasado reciente puede ayudar a percibir mejor nuestro presente y a comprender mejor la gravedad del fenómeno que empieza a manifestarse.

En 1977 ya había síntomas claros del desastre. Un endeudamiento externo insoportable, caída de la producción, déficit comercial y el derrumbe de los precios del petróleo fueron algunos de los factores que allanaron el camino para alejar a los militares del gobierno. Vino la crisis electoral y luego de elecciones sucesivas la presidencia de Walter Guevara Arze. Más consciente que otros líderes, Guevara reclamaba un período mínimo de dos años para poner cierto orden en la economía y prevenir un descalabro mayor. No le hicieron caso y vino el golpe del general Alberto Natusch, quien ingresó al récord nacional por la violencia de su ascenso y su exigua duración (sólo 16 días). Su sucesora Lidia Gueiller duró ocho meses sobre las bayonetas y ocurrió lo peor cuando, con tanques, metralla y paramilitares, se encaramó el general Luis García Meza. Cumplió un año y dos semanas para dar lugar a una sucesión de generales hasta que los militares arrojaron la toalla, recibió el mando Hernán Siles Zuazo y sobrevino la era democrática en cuyo curso, con altos y bajos, inclusive el frenazo en seco a una inflación descomunal, aún se encuentra el país.

Gobernar con los vientos de los buenos precios para las exportaciones a favor ha sido relativamente fácil. Ahora que el país ha empezado a transitar por el sendero angosto de la austeridad, es bueno repasar las lecciones del pasado y preguntarse si han sido aprendidas como demandan las circunstancias.

http://haroldolmos.wordpress.com

TITULARES

 
Revistas

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

EL DIARIO
Decano de la Prensa Nacional
Miembro de la Sociedad Interamericana de Prensa y la Asociación Nacional de Prensa.

Dirección:

Antonio Carrasco Guzmán
Presidente del Consejo de Administración

Jorge Carrasco Guzmán
Gerente General

Rodrigo Ticona Espinoza
Jefe de Redacción

"La prensa hace luz en las tinieblas
y todo cuanto existe de progreso en el mundo
se debe a su inagotable labor"...

JOSÉ CARRASCO


Publicidad
Portada de HOY

JPG (823 Kb)      |       PDF (617 Kb)



Caricatura


Sociales

"ÚNICO" GANADOR DE LA MEDALLA PLATINUM

Luis Pablo Granier, gerente General de Campos de Solana, y Joaquín Roda, viceministro de Turismo.