El sino de Gualberto Villarroel



Gualberto Villarroel López, Presidente de Bolivia del 20 de diciembre de 1943 al 21 de julio de 1946.
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La ciudad de La Paz no se imaginaba que desde el 18 de julio de 1945 viviría una serie de acontecimientos luctuosos que desembocaría en el asesinato y colgamiento del presidente Gualberto Villarroel.

A partir del 18 de julio las manifestaciones antigubernamentales comenzaron a multiplicarse, se había decretado huelga general de trabajadores del magisterio a la que se incorporaron los estudiantes universitarios y de secundaria, también fue sitiada la Universidad a causa de que –según el gobierno– desde sus ventanas los universitarios disparaban con armas de fuego. Al día siguiente, la ciudad amaneció fría, porque había caído una fuerte nevada, en apariencia la ciudad parecía tranquila, pero, de una manifestación que pasó ante el Palacio de Gobierno, desde cuyo balcón principal, el Tte. Cnl. José Celestino Pinto y otros ministros saludaban a los opositores, salió un disparo de revólver que hirió el muslo del presunto sucesor de Villarroel. Alguien dijo que fue una bala perdida.

Entre el 20 y 21 de julio se produjeron enfrentamientos en las calles entre los opositores y los aparatos represivos del gobierno de Villarroel. Ante la gravedad del momento el Presidente intentó amainar la furia del pueblo excluyendo de su gabinete a los ministros “movimientistas” (Paz Estenssoro, Monroy Block, Zuazo Cuenca, Zarco Kramer) reemplazándo-los con militares. El domingo 21 en el Palacio y en horas de la mañana, sólo estaban el Presidente, dos o tres ministros, el jefe de la Casa Militar y el capitán Ronald Monje Roca, además del edecán Waldo Ballivián y el secretario privado Luis Uría. Los demás personajes que habían acompañado al Presidente, se habían dado modos de huir. Mientras tanto el pueblo comenzaba a salir a las calles en un levantamiento sin precedentes. Va-rias unidades militares que se hallaban en la ciudad de La Paz, se habían decla-rado abiertamente del lado de los insurrectos. Esa mañana bajó de la Base Aérea de El Alto, una delegación de oficiales pilotos, que pidieron al Presidente que abandonase el Palacio escoltado por ellos, hasta la Base.

“Que me maten”, respondió Villarroel, negándose a abandonar el recinto presi-dencial.

Al llegar el mediodía, el Presidente redactó su renuncia, la firmó y la entregó al general Dámaso Arenas, Comandante del Ejército. La multitud que no sabía de la renuncia comenzó el ataque al Palacio de Gobierno, eran hordas incontenibles que habían asaltado la Alcaldía y la Poli-cía de Seguridad de donde se proveye-ron de armas, luego la gente avanzó por la calle Colombia hasta la Plaza de San Pedro. En el trayecto fue victimado y colgado de un farol el mayor Max Toledo, Jefe de Tránsito. En tanto los cuarteles del “Lanza” y el “Loa”, cuyas guarnicio-nes habían capitulado. Luego la enar-decida multitud, resuelta, se dirigió hacia la Plaza Murillo, no había nadie que les anoticiara de la renuncia del Presidente.

En tanto que la guardia presidencial, después de disparar unas ráfagas de ametralladora, dejó de hacerlo por órde-nes de Villarroel.

Precedida por un tanque que abrió las puertas de acceso al amplio salón del Palacio, la multitud hizo su ingreso sin obstáculos y sedienta de sangre. Duran-te el ataque al Palacio, el Gral. Maximi-liano Ortíz cayó herido de muerte cuan-do avanzaba en calidad de parlamen- tario. Los cabecillas de la revuelta popu-lar encontraron a Villarroel en la oficina de Eficiencia Administrativa y allí fue victimado de un certero disparo en la cabeza. Luego fue arrastrado su cuerpo, todavía caliente, y arrojado por una ven-tana del edificio, que da a la calle Aya-cucho. Con el disparo y la caída el cuer-po estaba hecho jirones, aún en este estado fue reconocido por la multitud ebria de sangre, y fue arrastrado nueva-mente hasta el Palacio, donde lo colga-ron de un poste de luz situado precisa-mente al frente del edificio guberna- mental. Luego procedieron de igual forma con el edecán Waldo Ballivián y con el cuerpo del secretario Luis Uría de la Oliva.

En las proximidades de la misma plaza fue capturado el periodista Roberto Hi-nojosa, Director de Prensa del régimen, que fue herido y en tal estado arrastrado hasta otro farol y colgado.

Así de esta manera trágica terminó el régimen de la revolución, la vida del hombre que decía ser “más amigo de los pobres que de los ricos”. Gualberto Villa-rroel militar de profesión, había nacido el 15 de diciembre de 1908 en Villa Ribero, Cochabamba. Llegó a la presidencia de Bolivia a los 35 años de edad mediante un golpe de estado que derrocó a Pe- ñaranda.

Consolidada la revolución del 21 de julio de 1946, se organizó la Junta Provisional de Gobierno precedida por Tomás Monje Gutiérrez, Presidente de la Corte Superior de Justicia del Distrito Judicial de La Paz.

El gobierno de Villarroel aprobó leyes sociales favo-rables a la clase trabajado-ra. Comenzó la construc-ción de la primera refinería de petróleo, intervino mediante las instancias co-rrespondientes las exportaciones mineras. En 1944 se creó la Federación de Mi-neros y se llevó a cabo el Primer Congreso Indígena en el cual decreto la aboli-ción del pongueaje.

Villarroel ha sido consagrado como el “Presidente Mártir”, su memoria es ve-nerada por las clases popu-lares. Se dice que teniendo oportunidad de escapar du-rante la toma del Palacio, no lo hizo en aras del honor y la dignidad de un gober-nante.

 
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