[Harold Olmos]

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Desafíos


El racionamiento biométrico que pretende implantar en Venezuela el presidente Nicolás Maduro y la oleada que, con Marina Silva a la cabeza, amenaza desbancar al gobierno del PT en Brasil, se han erigido estos días como el mayor desafío para la cadena de países bajo regímenes de izquierda socialista del Siglo 21. Que un país de la escala de Brasil acentúe su condición moderada no es perspectiva halagüeña para los radicales.

La protesta venezolana se hizo escuchar el jueves con pitazos y batir de cacerolas que han recordado al gobierno heredero de Hugo Chávez que aún tiene al frente a una porción formidable de la población de su país. Más cerca de nosotros, los sondeos le han dicho al de Dilma Rousseff que tiene muchas cuentas por saldar a favor de brasileños descontentos con los resultados del doble sexenio de gobierno del Partido de los Trabajadores.

La insatisfacción en Venezuela con los racionamientos de agua y electricidad creció con la intención de aplicar un control biométrico sobre las compras, especialmente de productos esenciales, una situación hace poco tiempo inconcebible. La única forma de racionamiento que se conocía era la existente en Cuba y en los países tras la Cortina de Hierro antes de la caída del Muro de Berlín.

Mientras el país parece ya encaminado hacia elecciones legislativas de fines de 2015, es improbable una disminución a corto plazo de la polarización que atenaza a la sociedad venezolana. Con una gestión administrativa desastrosa que ha colocado a Petróleos de Venezuela (Pdvsa) en su peor crisis desde la nacionalización de hace 40 años (al igual que en otras latitudes, se desconocen las cifras de la industria) la producción ha declinado y los ingresos, todavía multi-billonarios, han sido insuficientes para la voracidad del Estado. Afectado por una aguda indisponibilidad de dólares, muy pronto el gobierno podría enfrentar la perspectiva desagradable de romper la excentricidad de una gasolina híper-barata que cuesta miles de millones de dólares subsidiar (el país consume unos 500.000 barriles diarios de petróleo) y de provocar nuevas devaluaciones del bolívar.

El camino de Dilma Rousseff para la reelección parecía expedito hasta el estallido de protestas callejeras de una magnitud y furia sin precedentes en Brasil. El malestar no se apagó ni con el mundial de fútbol de junio y julio. La emergencia de Marina Silva, ayudada por la solidaridad que causó la muerte trágica del candidato socialista Eduardo Campos el 13 de agosto, ha colocado a la “tercera vía” a las puertas de gobernar.

Tenaz luchadora por el medio ambiente, la dirigente socialista ha triplicado el porcentaje que asignaban las encuestas al Partido Socialista Brasileño hace sólo tres semanas. Los sondeos en curso, cuyos resultados serán conocidos durante la semana que empieza, dirán si persiste la tendencia, que ha dejado en tercer lugar al socialdemócrata Aécio Neves y ahora pisa los talones de una Dilma Rousseff acosada por incómodas perspectivas electorales como nunca estuvo su partido desde el primer triunfo de Lula da Silva en 2002. Inclusive si Marina registrase un estancamiento, eventualidad que por hoy nadie baraja, la noticia no sería festejada por el partido de gobierno. Es improbable que las simpatías captadas por la ambientalista se vuelquen hacia Dilma. Es, más bien, probable que el apoyo que tienen los socialdemócratas converja hacia Marina.

Con el PT gobernando, el “chavismo” ha contado cuando menos con guiños de asentimiento para gran parte de sus políticas, incluso para el ingreso de Venezuela al Mercosur. No es seguro que los guiños sean tan seguidos con eventual gobierno de Marina. Los analistas creen que una corriente distinta al mando de la mayor economía del continente sería un serio traspié para los más radicales del socialismo del Siglo 21 que creen tener apoyo implícito del gigante continental.

Quienes fuera de Brasil tendrían mayores razones para festejar una eventual victoria de la ecologista brasileña serían los habitantes y los defensores del TIPNIS. La carretera generadora de violencia en esa región del centro boliviano fue un tiempo financiada por un banco estatal brasileño y había sido criticada por el candidato presidencial socialdemócrata de hace cuatro años, José Serra. La llamó “transcocalera”.

Para quienes analizan lo que ocurre en nuestro vecindario y lo extrapolan a nuestro propio patio, va un dato: En el debate entre candidatos hace una semana, Marina Silva dijo que estaría feliz si, de ganar la contienda del 5 de octubre, pudiera tener a Serra como uno de sus ministros.

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UN BRINDIS POR EL NUEVO BANCO PYME ECOFUTURO

Javier Gómez y Susana Eróstegui.

QUÍMICOS CELEBRARON EN SU DÍA

Ana María Pérez (creadora del Día del Químico Boliviano), Tito Estévez, decano de la Facultad de Farmacia y Bioquímica; Pedro Crespo Alvizuri, viceministro de Ciencia y Tecnología; Waldo Albarracín, rector de la UMSA; Gonzalo Taboada López, presidente de la ANCB, y el diputado David Cortés Villegas, cuarto Secretario de la Cámara de Diputados.