Las aplicaciones móviles leen los mensajes con el permiso del usuario



¿Se ha percatado que la mayoría de las aplicaciones de Android piden acceder a los datos del smartphone para poder descargarlas?

Por ejemplo WhatsApp pide 11 permisos para instalar la aplicación en un dispositivo Android

¿Dejaría a una persona desconocida leer sus mensajes, explorar su agenda e incluso llamar desde su teléfono celular siempre que quiera? La respuesta es simple: No.

Sin darnos cuenta todos lo hacemos a diario. Las aplicaciones móviles acceden a casi toda la información personal de nuestros «smartphones» sin que parezca importar a nadie. Y además lo hacen con el conocimiento del usuario. Bajo la fórmula de «Esta aplicación puede acceder a» se aseguran el permiso de los clientes de Android cada vez que se descargan una aplicación desde el Google Play. El funcionamiento es sencillo: la única forma de descargar una «app» es aceptando estos permisos, sean cuales sean, y la mayoría de la gente lo hace sin leer.

Las aplicaciones no informan sobre qué hacen con los datos que almacenan

Este sistema, aceptado por todos como el único posible, cada vez está más cuestionado por algunas voces que ven en él un abuso. Un estudio de la Universidad de Georgetown ha concluido que las descargas actuales no protegen al usuario; solo a los desarrolladores. Tras analizar los permisos de uso de las 1.300 aplicaciones más importantes del «mercado» de Google, los investigadores valoraron que las «apps» «no informan de manera adecuada sobre el uso que harán con la información que almacenan».

No todas las aplicaciones requieren los mismos permisos. Mientras algunas piden aceptar hasta 47 permisos, otras solo uno de los 126 que en 2013 estaban en la lista de Google. Permisos tan variados como el acceso a su localización exacta, a que puedan enviar mensajes y realizar llamadas sin la mediación del usuario o incluso cambiar las contraseñas.

Un ejemplo clásico de cómo las aplicaciones de Android exigen autorizaciones muchas veces incomprensibles es la «Linterna». Esta «app» necesita, si alguien la quiere instalar, acceder al «Historial de aplicaciones y dispositivo» (ver información sobre la actividad, las aplicaciones que se están ejecutando, el historial de navegación y los marcadores) y ochos otros datos.

Claro que no todas son iguales. No se puede comparar la seguridad que transmite un gigante como Google Inc. o WhatsApp a un desarrollador independiente que lanza una «app». Sin embargo para los investigadores de Georgetown el problema es el mismo: qué hacen unos y otros con esos datos.

En el estudio categorizaron las aplicaciones según qué tipo de datos pueden recopilar: aquellas que acceden a información que no sea personal, las que acceden a información del usuario pero no son datos que le hagan identificable y aquellas que pueden ver la información privada que identifica al propietario (la gran mayoría).

 
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