Somos un rio fugitivo y eterno


Tao Sté se había desilusionado porque sus congéneres no sabían vivir en armonía con la naturaleza. Deseando pasar sus últimos de su vida en soledad, se subió al lomo de un búfalo de agua y se dirigió al oeste, el lugar que hoy es Tíbet. Cuando llegó al paso de Hankao, un guardián al enterarse de sus intenciones de apartarse de la sociedad, intentó persuadirle para que volviera atrás. Pero aunque no consiguió, logró convencerle de que al menos escribiera la esencia de sus enseñanzas para que los demás pudieran aprovechar la sabiduría. Al cabo de tres días Lao Tsé volvió con un conciso volumen compuesto de ocho y un aforismos titulado Tao Te Ching, que significa “El camino y su poder”. Una de las principales percepciones descritas en el libro es que si observamos la naturaleza que expresa y nos conectamos con la sabiduría intuitiva que hay en nuestro interior y ésta nos guiará en cualquier situación.

Para ello hay que estudiar y fomentar como hábito diario los principios del tai chi chuan, que se lo realiza en lugares abiertos, es una meditación dinámica realizada con movimientos lentos, que se practica para gozar de salud, equilibrio y longevidad; el chi gong, un antiguo sistema chino de respiración y movimientos concebido para mejorar la salud y el bienestar y para prevenir las enfermedades; el feng shui, el arte chino de crear un entorno basado en patrones yin y yang y en la circulación energética; y la acupuntura, una medicina complementaria que equilibra la polaridad de las energías del cuerpo insertado unas finas agujas en puntos de los meridianos para que el chi vuelva a circular adecuadamente y el paciente recupere la salud. Este flujo energético que podemos controlar se llama Tao, que viene hacer la esencia primordial o el aspecto fundamental del universo; es el orden natural de toda la existencia, mediante el abandono de nuestro propio camino para seguir en su lugar el gran camino

Taoísmo se practica viviendo en armonía con la sabiduría. Es decir el no ir en contra de la acción de la naturaleza. El agua es un símbolo común en los textos taoístas que nos recuerda que la adaptabilidad es también un signo de fuerza. No hay nada que sea más adaptable que el agua y, sin embargo, el agua puede erosionar una piedra. Esta filosofía de vida nos enseña a fluir con los procesos y los cambios naturales en lugar de ir en contra de ellos. Practicar es valorar la flexibilidad y la humildad.

VICTOR MANUEL GUZMAN VILLENA

 
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