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Los archivos del Pentágono:

Periodismo en el cine, un subgénero de éxito casi seguro



La nueva película de Steven Spielberg, Los archivos del Pentágono, es una cinta que se une a la larga lista de producciones sobre el periodismo y que, casi siempre con tintes épicos, constituyen casi un subgénero que ha dado grandes éxitos a la industria cinematográfica.

En esta ocasión, Meryl Streep y Tom Hanks, encarnan a la editora y al director del Washington Post, periódico que en 1971 decidió publicar documentos secretos del Pentágono ocultos durante décadas. La dirección de Spielberg y el tirón de sus estrellas auguran el éxito para esta producción, pero es que, además, la temática periodística ha funcionado casi siempre bien en el cine, tanto en la recreación de historias reales como de ficción.

La tensión entre el derecho a la información y la tentación de los poderosos a guardar sus secretos ha dado grandes historias al cine, algunas tan destacadas como Todos los hombres del presidente (1976), dirigida por Alan J. Pakula e interpretada por Robert Redford y Dustin Hoffman.

Cuatro premios Oscar para esta historia que recreó la investigación del caso Watergate, el mayor escándalo de corrupción política de Estados Unidos y que acabó con la presidencia de Richard Nixon por el trabajo de dos “plumillas” del Washington Post, legendarios entre los profesionales del periodismo, Bob Woodward (Redford) y Carl Bernstein (Hoffman).

También es un homenaje al periodismo de investigación El dilema (1999), dirigida por Michael Mann, en la que Al Pacino, ayudado por Russell Crowe, ponen contra las cuerdas a las tabacaleras y su práctica de añadir sustancias adictivas a sus productos.

Mucho más reciente es Spotlight (2015) de Tom McCarthy, ganadora del Oscar a la mejor película, basada en el trabajo del equipo de investigación del Boston Globe que les valió el premio Pulitzer por destapar los casos de pederastia en la iglesia católica bostoniana.

La mayoría de los periodistas de las películas son héroes que desafían al poder y trabajan siempre al límite de la censura política o moral, aún a riesgo de perder su empleo e incluso perder algo más.

Ese duelo ha sido pocas veces mejor contado que en Good night and good luck (2005), de George Clooney, película protagonizada por David Strathairn y el propio Clooney que cuenta el enfrentamiento entre el famoso presentador de la CBS Edward R. Murrow y el senador Joseph McCarthy.

Aunque el periodismo político y de investigación ha sido el más llevado a la pantalla desde la mítica Ciudadano Kane (1941) de Orson Welles, el cine también ha reflejado otros géneros periodísticos.

Un ejemplo es la película sobre la entrevista del periodista británico David Frost (Michael Sheen) al expresidente de los Estados Unidos Richard Nixon (Frank Langella) en 1977 que rodó Ron Howard en 2008, El desafío: Frost contra Nixon.

El Nuevo Periodismo, esa mezcla de literatura y periodismo que tuvo tanto éxito en los años setenta, también ha tenido su reflejo en la pantalla con Capote (2004), de Bennett Miller, la historia del trabajo de investigación de Truman Capote sobre el asesinato de unos granjeros de Kansas que plasmó en el libro ‘A sangre fría’, para muchos obra que supuso el origen del Nuevo Periodismo.

La interpretación del fallecido Philip Seymour Hoffman le valió un Oscar y un premio BAFTA del cine británico.

Los reporteros de guerra también tienen sus películas icónicas como la australiana El año que vivimos peligrosamente (1982) de Peter Weir, con Mel Gibson y Sigourney Weaver, o la británica Los gritos del silencio (1984) de Roland Joffé, ambas ambientadas en el sudeste asiático.

Pero no todo han sido odas a la libertad de expresión y la épica del reporterismo, el cine también se ha encargado del lado oscuro de los medios de comunicación y quizás el primero que lo hizo (con permiso de Welles) fue Sidney Lumet al advertir del excesivo poder de la televisión en Network (1976) donde un veterano presentador (Peter Finch) anuncia que está dispuesto a suicidarse ante las cámaras para evitar su despido disparando así la audiencia. La película ganó cuatro Oscar.

El mismo fenómeno, la ética pisoteada con tal de conseguir audiencia, es el tema central de Nightcrawler (2014) en la que Jake Gyllenhaal encarna a un parado que descubre el filón de vender imágenes escabrosas a los medios.

Otra vez con permiso de Welles y su Ciudadano Kane, seguramente la película que a muchos se les viene a la mente cuando se habla de cine y periodismo es Primera plana (1974) en la que Billy Wilder dirigió a Jack Lemmon en el papel de un periodista de sucesos dispuesto a abandonar la profesión para casarse y a Walter Matthau, como su director, dispuesto a cualquier cosa para retenerle.

En cuatro ocasiones se ha llevado al cine la obra de teatro original: Un gran reportaje (1931), Luna Nueva (1940), la citada Primera Plana e Interferencias (1988), en la que la acción pasa de un periódico a una cadena de televisión.

EFE

 
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