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A pesar de violencia física y psicológica

Mujer niega renunciar a compañía de su agresor

• Durante una de las tantas golpizas, la víctima perdió a un bebé, pero ella nunca estuvo de acuerdo en denunciar el problema por temor.


La mujer afirmó que ama a su pareja y tiene temor a represalias, y es por eso que no denunció oportunamente a su agresor. (Imágenes referenciales de violencia)

Juana Pérez (nombre ficticio) fue una activista en contra de la violencia y Pedro Pérez (nombre ficticio), es un subalcalde en un municipio paceño, ambos mantienen una relación sentimental con violencia.

Se conocían desde muy jóvenes y actualmente bordean los 40 años, una relación sentimental surgió cuando Pedro le cuenta a su pareja que se encuentra separado de su esposa. Al inicio esta relación parecía de ensueño.

EMBARAZO

Juana abandonó la casa donde vivía con sus padres y ellos no supieron las malas noticias hasta varios meses después, asimismo, la víctima cuenta que no pasaron ni dos meses tras el reencuentro con su amigo de la juventud, que la pareja ya se encontraba viviendo junta, lo peor de todo es que ella ya se encontraba embarazada, noticia que no fue muy bien recibida por su compañero.

“Desde ahí que comenzaron a ocurrir los malos tratos, me insultaba, me decía disparates, me forcejeaba. Cuando llegaba tarde me hacía despertar a cualquier hora de la madrugada para que me levante a servirle comida o algo para tomar”, relata Juana.

En varias ocasiones el subalcalde tenía actividades de entrega o inauguraciones del ente donde se encontraba trabajando y, cuando tenía este tipo de actividad laboral, llegaba en la noche a su domicilio en estado de ebriedad.

ABORTO POR GOLPES

“Siempre que tenía una actividad de celebración o inauguración, se quedaba tomando y llegaba en la madrugada a la casa, me golpeaba el brazo para que me despierte porque él quería que yo lo acompañe a continuar tomando, pero yo no podía porque ya estaba embarazada”, relata Juana Pérez.

La ira de Juan despertó, cuando su pareja se negó por primera vez a hacer algo que él ordenaba y agredió con tanta brutalidad a la pareja que ella tuvo un aborto durante la golpiza.

“Cuando le dije no, él me envolvió una camisa al cuello, me amarró muy fuerte y me empezó a arrastrar por todo lado, me dijo: te voy a matar, yo trataba de respirar, me lastimó”, aformó Juana.

Tal fue el ruido que provocó la lucha por mantener su vida y, el intento de Pedro por maltratar a Juana, que los vecinos se acercaron hasta las puertas del departamento para golpear sus puertas y reclamar por lo que estaba sucediendo.

AMENAZAS DE MUERTE

“Él abrió la puerta y estaban ahí los vecinos y también estaba la Policía, antes de eso él ya me había amenazado con matar a mis padres, así que cuando los oficiales me preguntaron si estaba siendo agredida, yo respondí que no”, indicó Juana.

Los vecinos no volvieron a entrometerse nunca más después escuchar la negativa de Juana, sin embargo las golpizas continuaron en el pequeño domicilio durante varios meses más.

“Yo no quería alejarme de él (Â…) tenía una oficina particular, donde atendía los casos de violencia, pero la dejé y cuando volví habían muchas facturas vencidas, me habían cortado la luz y el agua, pero no pude ir por muchos meses porque él no me dejaba salir de la casa porque creía que lo iba a denunciar”, indicó Juana.

PROBLEMAS FAMILIARES

Una mañana, Juana se comunica con su familia y se entera de que su hermano había fallecido, ella no pudo asistir al entierro ni mucho menos velarlo, esa noticia provocó una reacción en Juana, que posteriormente se dejó convencer de volver a vivir con los seres que realmente la querían y se preocupaban por ella.

Inimaginablemente, Juana se fue a vivir con su familia por algunas semanas: “Él me llamaba y me decía que quería volver y me amenazaba, pero yo lo quería y quería estar con él”, explicó la víctima.

La familia argumenta que después de varios meses ya casi ni siquiera pueden reconocer a Juana ya que tanto su forma de vestir, como sus condiciones físicas han cambiado, “está muy desgreñada”, dice su hermana.

Actualmente, la pareja volvió a vivir junta en una zona diferente, de El Alto, los vecinos que recientemente los ven en la cuadra desconocen la historia de esta pareja. La familia asegura que: “no creemos que haya violencia física, pero la violencia sicológica continúa, porque cuando ella está con nosotros y él la llama, ella se pone muy nerviosa”, agregan.

 
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